Con una figura cada día más distante y desvanecida, Felipe Calderón festejaba la ausencia de su nombre en las marchas y manifestaciones de las últimas semanas, señalando tal circunstancia como nota buena de su gestión. Sin embargo, en pocos días se comprobó que no era perdón, sino olvido.
En las conclusiones estudiantiles, las acusaciones en su contra pasaron a un tercer sitio, como también lo harán su partido y la candidata a sucederle.
No es usual, y hasta asombra, que los albicelestes pasen a ser tercera fuerza, encontrándose en uno de los niveles más bajos de preferencia en muchos años.
Algunos podrán decir que ello es producto de la falta de carisma, discurso, equipo y, ahora hasta de dinero, que denota Josefina Vázquez Mota.
No obstante, la candidata oficial ha perdido pocos puntos desde que arrancó la contienda, lo cual significa que la batalla la tenían perdida antes de empezar.
La medición que recientemente se hizo del desempeño del Ejecutivo Federal se encuentra muy lejos de la realidad. Lo cierto es que 7 de cada 10 mexicanos reprueban su gestión. En efecto, son menos de 3 mexicanos de cada 10 los que votarían por la continuidad de su proyecto.
Sobran razones que desvían la atención y así afectan la confiabilidad de una encuesta divulgada que promueve un presidente en su punto más bajo, pero aún digno.
La artillería de las encuestadoras ha perjudicado la efectiva atención por parte de éstos, minando así la confiabilidad de los resultados.
El hecho de que Josefina emprendiera una campaña señalando que sería “diferente”, incluye al que está al mando, rematando cuando señaló que ella sí llevaría a “El Chapo” a la cárcel. Ello la colocó entre quienes lo reprueban.
No se apoya en los supuestos logros del gobierno del michoacano y sí, por otra parte, tiene que tragar saliva cuando se le restriega la inútil refriega con la que nos llevaron a un punto peor de aquél en el que estábamos a principios de sexenio. Todo ello tras varias decenas de miles de muertos que, por supuesto, rebasan la cifra oficial.
No obstante la clara labor injerencista del gobierno federal en pleno proceso electoral, el IFE mantiene un discurso sobrado, arrogante y confiado tras una serie de desencuentros y pifias que apuntan a un nuevo episodio de cuestionamiento institucional.
Andrés Manuel acusa al IFE cuando éste es claramente tripulado por personajes cercanos a su movimiento, como lo son Valdez y Figueroa, apóstoles de Heberto Castillo, y es visto con miradas afectuosas por Macarita Elizondo, cercana al gabinete del converso del amor.
Pero, las nubes de tormenta flotan más allá del primero de julio. El IFE ha dicho que Calderón violó la Constitución; aún se impulsan acciones en el exterior contra el mandatario, y son cada día más las voces que pueden hablar al aligerarse el peso de la bota que el Ejecutivo tiene puesta sobre diversas gargantas.
En los últimos meses, seguramente vendrán ajustes de cuentas que Calderón considera necesario hacer para evitar controversias que lo sigan a su nueva radicación. Los generales procesados son el botón de muestra.
Resulta insostenible decir que el gobierno policiaco que encabezó puede ser considerado humanista. También es difícil considerar que una persona que se transporta en helicóptero es valiente. Pero, no lo dude, en los próximos días veremos que Calderón, también como demócrata, estará reprobado.