¿Alguna vez han creído en la idea de que bendecir es un trabajo divino y que nosotros, simples mortales, no tenemos ni el derecho ni la autoridad para bendecir a los demás?
Entonces, ¿por qué podemos maldecir con tanta facilidad?
Sin cuestionarlo, maldecimos, pero cuando se trata de bendecir nos sentimos limitados. El hecho de que podamos maldecir no significa que no podamos bendecir. Y el primer paso hacia las bendiciones es aceptar que esto es así.
La palabra “bendición” ha adoptado muchas connotaciones religiosas que son rechazadas. Bendecir es “decir el bien”.
Hablar en positivo y pensar en positivo.
Cuando bendices algo, estás dándole la orden al universo para que lo engrandezca, estás diciendo que valoras a esa persona –o situación– y que quieres que sea mejor.
Bendecir es sumamente positivo para ti, es realmente beneficioso.
La bendición es tan poderosa que rompe con cualquier maldición. Así que siempre debemos bendecir incluso a los que nos maldigan, de esta manera la bendición viene sobre ti, te alcanza y te llena de abundancia.
Acostúmbrate a bendecir a todas las personas y a las situaciones tanto positivas como negativas. Enfoca tus bendiciones en lo que sí deseas no en lo que no te gusta.
Si no te gusta tu economía, bendice tu prosperidad, bendice tu sueldo, bendice tu dinero…. Si quieres conservar tu trabajo, bendice todo lo bueno que tiene tu trabajo… Si te falta amor en tu relación de pareja, bendice el amor que sientes por tu pareja, etc.
Bendice todo lo que deseas. Eso es lo hermoso de bendecir. Nos lleva de un estado de crítica y negatividad donde juzgamos y condenamos a un reino de bienestar, de “estar presente en el aquí y ahora” y nos permite inmediatamente mover nuestra vibración al estado más alto posible, que es el del amor incondicional.
Recuerda que el opuesto de “bendecir” es “maldecir”. Si maldices, el mal que deseas te será devuelto. La ley de Causa y Efecto nunca falla.
Bendecir es muy fácil, basta con tener la intención de enviar todo el amor y desear desde tu interior el bien a la persona o situación.
Una manera de hacerlo es pensar en alguien a quien deseas bendecir. Con tus ojos cerrados, imagina a esta persona parada en frente de ti, en el centro de un espacio caótico. El caos representa todos los pensamientos, sentimientos y juicios que ésta persona tiene sobre su propia vida, así como todos los pensamientos, sentimientos y opiniones que tú y otros tienen en referencia a esa persona.
Ahora imagina una luz brillante llenando el espacio en el que se encuentra la persona a la que vas a bendecir, y mientras esta luz brilla, verás que el caos se disuelve, dejándola con un espacio ordenado, limpio y abierto a su alrededor.
Sin estar ya presionado por la complejidad de sus propias formas de pensamiento, ahora es libre para crecer y estar tan alto como su “yo” interior se lo permita.
Así mismo lo puedes hacer con situaciones o cosas. No creas mis palabras… Compruébalo tú y date cuenta que al bendecir a otros, el beneficiado y bendecido siempre vas a ser tú.
Fue un gran regalo compartir con ustedes en este espacio una parte de mi. Les deseo una Navidad alegre, libre de culpa y resentimiento, con un corazón que ha reconocido que Dios habita en él y que lo único real es el amor. Que el 2014 venga para todos lleno de sorpresas agradables, de milagros, de momentos felices, de reconciliaciones, de buenas noticias, de salud, de amor… ¡y muchas bendiciones.