Lo conocí en la redacción de El Financiero online. Alex entró como un torero al ruedo, con paso firme y cadencioso. Era alto y delgado, de tez blanca, casi rubio. Vestía un traje impecable. Era de esos tipos que basta con mirarlos de reojo y sabes que lo tienen todo: dinero, mujeres, un puestazo.
Me sorprendió saber que era director de marketing de una firma de consultoría y que acudía a mí para encontrar algún espacio donde su jefe, el director general de su empresa, pudiera publicar una columna. Nos hicimos amigos.
Poco tiempo después me anunció que había renunciado para empezar su propia firma de consultoría y para desarrollar su marca personal. No entendí por qué dejaba todo lo que tenía –puesto, gran sueldo, viajes, estatus– para lanzarse al vacío sólo por el hecho de que estaba harto de su jefe y de la burocracia de su empresa.
Le deseé suerte, pero, en el fondo, pensaba que era un gran error lo que estaba haciendo. En ese entonces yo llevaba 12 años como periodista de negocios, escalando en diversos puestos y me daba pavor el desempleo. Se me hacía absurdo cambiar las cosas cuando todo estaba bien.
Ahora que fui con mi hijo de 5 años y mi esposa a ver Kung Fu Panda 4 me acordé de Alex y su historia de cambio autoimpuesto. Y lo vi muy distinto a como lo había visto hace más de 10 años. Hoy por fin entendí lo que Alex me estaba enseñando. Como alguna vez dijo Nelson Mandela, “la tarea más difícil en la vida es la de cambiarse a uno mismo”.
Un oso que no quiere cambiar
Sin hacer ningún spoiler, sólo puedo decirles que el oso Po no quiere cambiar. ¿Para qué? Es el gran Guerrero Dragón, es muy famoso, tiene todo lo que siempre soñó. Igual que nos pasa a nosotros: ya tenemos el súper puesto, el súper sueldo, la casa, el coche… Todo lo que pensamos que queríamos… ¿Para qué o por qué cambiar?
Cambiar da miedo porque lo desconocido y lo incierto generan ansiedad. Cambiar nos da la sensación de que perderemos lo que tenemos, de que no tendremos el control o no seremos capaces de enfrentar la nueva realidad.
Pero hoy vivimos en medio de un mundo caótico donde no hay certeza de nada. Así que necesitamos cambiar para sobrevivir.
Como le pasa a Po en la película, el cambio más importante es de adentro hacia afuera. Hay muchas cosas que se pueden hacer para empezar a abrazar el cambio, pero lo primero es el autoconocimiento de nuestras propias emociones y miedos. También ayuda conectarte al momento presente, hacer el conteo de todas las crisis que has enfrentado y superado y, claro está, pedir ayuda.
Por eso yo le pedí ayuda muchas veces a mi amigo Alex cuando me quedé sin trabajo en la pandemia. Él ya llevaba años como emprendedor, había formado su firma de consultoría en persuasión y había publicado varios libros, entre ellos un bestseller.
Hoy me queda claro –porque lo he vivido en carne propia– que, como escribió Charles Darwin: “No es la especie más fuerte ni la más inteligente la que sobrevive, sino la que mejor se adapta a los cambios.”
Genaro Mejía es periodista de negocios, consultor en comunicación y contenido estratégico, speaker y LinkedIn Top Voices Latam.