De entrada debe decirse que aunque pareciera monolítica la estructura de Naciones Unidas, no lo es, con una mano otorga premios y distinciones, al tiempo de que señala focos rojos en algunas regiones del país.
Meade suele buscar reconocimientos en éste tema, como lo hace en el resto de la agenda internacional, y promueve eventos para fabricar imágenes en la prensa nacional de un trabajo que empieza y termina con discursos.
México, salvo el dudoso y cuestionable caso Cassez, no ha producido un asunto relevante a nivel internacional, aunque la resolución de ese expediente fuera el motor fuera de borda que impulsara distinciones en cuanto al decidido apoyo que se brinda a extranjeros y no a mexicanos.
Muchas estadísticas y propaganda, pero lo real es que la abundante numeralia tiene conclusiones contundentes, la intervención de la CNDH se enfoca y dirige selectivamente a casos notorios, que puedan granjear aplausos, y que derivan la mayor parte de las veces de un tratamiento mediático de alto impacto.
No es al revés, las resoluciones o intervención de sus visitadores no genera las noticias, sino que son éstas la miel que convoca a sus funcionarios a aparecer en la escena.
Desde la costosa e inocua gestión de Soberanes, no se ha podido aclarar la razón que llevo a adquirir un inmueble completamente absurdo para desempeñar sus funciones, ni mucho menos los costos e intermediarios que participaron en la humanística adquisición. El mismo caso es el de una nómina abultada, que se dedica a decir por qué no harán absolutamente nada en casos que no producen tinta impresa.
Los derechos humanos, o más bien, la intervención de la CNDH, se circunscribe a temas que no confrontan a la institución con el poder público, a casos aislados y selectos que involucran a minorías en los que algún funcionario ha decidido ceder ante grotescos errores de procedimiento, claro, siempre y cuando alguna organización ciudadana haya hecho todo el trabajo y labor de investigación.
Las víctimas son su principal insumo, a condición de que las mismas puedan ser trampolín mediático. En caso de ser arduo trabajo que permanecerá en algún expediente archivado, la CNDH producirá después de muchos meses algún argumento evasivo.
En materia de asuntos laborales, es claro que más vale un video pasado en el canal de las estrellas, que toda la pesada estructura del organismo capturado por los intereses partidarios.
Las interesadas alabanzas en boca de los políticos, son vituperio, y prueba de que más vale una buena campaña que resultados efectivos.
Tiempos electorales, buenos para refrendar afinidad con la clase política.