El más grande de todos

Nadie como él

Pedro Rodríguez ganó aquel Gran Premio de Bélgica en 1970.

Los dos grandes premios que ganó le tocó, no digo mala suerte, pero sí una mala coincidencia. Se dieron en fechas en donde el mundo deportivo mexicano estaba en otra cosa.

Alfredo Domínguez Muro Alfredo Domínguez Muro Publicado el
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Nadie como él

Pedro Rodríguez ganó aquel Gran Premio de Bélgica en 1970.

Los dos grandes premios que ganó le tocó, no digo mala suerte, pero sí una mala coincidencia. Se dieron en fechas en donde el mundo deportivo mexicano estaba en otra cosa.

Cuando ganó en Sudáfrica en 1967 con un Cooper-Maserati precioso, eso fue un 2 de enero, entonces la gente estaba todavía con las fiestas de Año Nuevo y pasó casi desapercibido. Cuando gana el Gran Premio de Fórmula Uno en el circuito de Spa-Francorchamps el 7 de junio de 1970, estábamos a la mitad de nuestro Mundial, que nos transformó en muchos aspectos en relación al futbol espectáculo.

No es que pasara desapercibido, pero no pudimos disfrutar esa victoria como hoy quisiéramos que un piloto mexicano alcanzara, ya no digo un podio, sino una victoria en la Fórmula Uno.

A Pedro nadie lo alcanza

Tuvo una manos extraordinarias, quizá se desarrolló como piloto más tarde de lo que muchos hubiéramos supuesto.

Vivió de joven una etapa muy intensa. Los hermanos Rodríguez crecieron muy rápido, se fueron a Europa muy pronto; Ricardo el menor tenía tanto talento que de alguna manera opacaba a su hermano Pedro que era más frio y cerebral. 

Ricardo a los 18años ya era piloto de Ferrari, se mató desafortunadamente previo al Gran Premio de México en un Lotus en 1962. Pedro aparentemente se retiró un tiempo, pero regresó no por ser hermano de Ricardo Rodríguez sino por su capacidad y tamaños.

Seis o siete años después Pedro Rodríguez…

Era el número uno 

Nadie le ganaba. Primero era el mejor piloto considerado en su momento por varios años en pista mojada, en lluvia nadie lo alcanzaba.

En lluvia se necesita mucho valor, además en los prototipos, porque aquellos eran prototipos, los de ahora son remedos, los que corren en LeMans, Monza o Daytona. La FIA por alguna circunstancia terminó con el mundial de prototipos.

 Pedro Rodríguez corría para Porche, antes en un Ford GT40, con unas formas tan extraordinarias que era considerado el número uno entre los pilotos de los prototipos.

Regresamos a Spa-Francorchamps

Este circuito hoy no tiene los 14 kilómetros que tenía cuando ganó Pedro, por cierto es el segundo Gran Premio más rápido de la historia levantando velocidades cercanas a los 380 y por ahí 400 kph. Tan peligroso y largo era ese circuito que formaba parte de una carretera.

Ocho o nueve años después se recortó acasi como lo conocemos ahora, aquellas medidas de seguridad no tienen nada que ver con las que hay ahora.

Si un piloto de F1 hoy requiere de mucho valor, aquellos requerían probablemente el doble o el triple por las condiciones con las que manejaban.

Hoy el Spa-Francorchamps es un circuito recortado, intenso, difícil, muy rápido.

Decía Lewis Hamilton en días pasados, y coincidió Nico Rosberg, que es un circuito que a los pilotos les gusta mucho.

Así las cosas pues, regresa la Fórmula Uno al lugar estelar, al que le corresponde, después de un larguísimo mes de vacaciones.

 Regresa el Gran Circo a un circuito emblemático e histórico, sobre todo para nosotros los mexicanos.

Me quedo con la frase de Chris Amon, el hombre que quedó en la segunda posición aquella vez que Pedro ganó en Bélgica: “Hoy a Pedro no lo alcanzaba nadie”.

El gran Pedro Rodríguez sin duda es el más grande de todos los pilotos mexicanos… 

Así de fácil.

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