El laberinto de las recompensas inmediatas
Todo empezó con una ruptura, con dolor. Joe Foster y su hermano Jeff decidieron dejar la empresa familiar de tenis que dirigían su padre y su tío. Se fueron para comenzar de cero. Abrieron un pequeño taller de calzado deportivo donde sólo había cuatro empleados: ellos dos y sus esposas. Después de 31 años de […]
Genaro MejíaTodo empezó con una ruptura, con dolor. Joe Foster y su hermano Jeff decidieron dejar la empresa familiar de tenis que dirigían su padre y su tío.
Se fueron para comenzar de cero. Abrieron un pequeño taller de calzado deportivo donde sólo había cuatro empleados: ellos dos y sus esposas.
Después de 31 años de subidas y bajadas, de muchas crisis y sinsabores, lo lograron: convirtieron a Reebok en la marca deportiva número uno del mundo y en un icono de la cultura global.
“El camino hacia el éxito no fue recto ni estuvo bien definido. Mucho de todo esto se basó en decisiones que se fueron tomando sobre la marcha. Muchas de esas decisiones fueron reactivas, más que proactivas, pero siempre con el mismo objetivo en mente: vender más zapatos que el día anterior”, cuenta Joe.
Para Foster, el éxito verdadero no se logra fácil ni rápido, y no está exento de muchas caídas. “Quizás si hubiera tomado decisiones diferentes habría llegado antes, pero estoy seguro de que sin el largo y serpenteante viaje no habría estado preparado para llegar al destino”, dice.
Sus palabras suenan extrañas hoy donde todo lo queremos rápido. Estamos perdidos en el laberinto de las recompensas inmediatas que, si no llegan, nos frustran y nos paralizan.
Hemos olvidado lo que significan la paciencia, la espera y el esfuerzo de luchar por nuestros sueños hasta lograrlos.
Somos adictos a estas recompensas inmediatas: comida rápida, likes en las redes, relaciones desechables, éxitos de la noche a la mañana.
Tenemos un enorme hueco en el alma y no hay modo de llenarlo. Y si no logramos ese éxito, esa recompensa de inmediato, estallamos con berrinches como si tuviéramos tres años. Nos frustramos y no sabemos qué hacer con esa frustración.
¿Por qué dejamos de disfrutar el viaje que significa vivir?
Esta pregunta llegó a mí después de conocer a Joe Foster, el mítico fundador de Reebok, quien vino a México hace unos meses a presentar su libro Crea sneakers. Cómo crear una marca global.
Reebok tardó tres décadas para lograr ser la marca deportiva más valiosa del mundo. En 2006, fue vendida a Adidas por tres mil 200 millones de dólares. En marzo de 2022 Adidas la vendió a Authentic Brands Group (ABG) por dos mil 332 millones de dólares. Hoy, esta marca está resurgiendo y Joe estima que valdrá 10 mil millones de dólares en 2030.
El éxito fue todo menos fácil. En 1979, en el momento en que habían logrado entrar con Reebok a Estados Unidos y poco antes de la explosión de la marca en todo el mundo, Joe perdió a su hermano Jeff, quien murió de cáncer.
“La tragedia fue aplastante, pero el reto me mantuvo centrado y más decidido a triunfar”, recuerda Joe.
Y no se le olvida que tuvo que aprender de los malos momentos. “Para llegar al éxito hay que caminar muchos pasos pequeños, algunos dolorosos, pero siempre soñando en grande.”
Así que la próxima vez que quieras recompensas inmediatas y fáciles recuerda que no sólo estarás atrayendo más momentos de frustración, sino que te estarás perdiendo la vida misma.
Genaro Mejía es periodista digital y de negocios con más de 20 años de experiencia y LinkedIn Top Voices 2019