El huevo o la gallina

Esta semana El Economista publicó su ranking de universidades 2015, en el que los sospechosos comunes obtuvieron los primeros lugares. Una vez más el índice deja notar lo centralizada que está la educación superior.  

Si bien se discute con regularidad la centralización política del país, la educación superior también es un tema fundamental. De los diez primeros lugares del ranking, seis son universidades con sede en la Ciudad de México, dos en Monterrey, una en Guadalajara y una en Puebla. 

Hay tres consideraciones importantes a tratar en este tema:

Alberto Morales Alberto Morales Publicado el
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Esta semana El Economista publicó su ranking de universidades 2015, en el que los sospechosos comunes obtuvieron los primeros lugares. Una vez más el índice deja notar lo centralizada que está la educación superior.  

Si bien se discute con regularidad la centralización política del país, la educación superior también es un tema fundamental. De los diez primeros lugares del ranking, seis son universidades con sede en la Ciudad de México, dos en Monterrey, una en Guadalajara y una en Puebla. 

Hay tres consideraciones importantes a tratar en este tema:

Primero, solo los estudiantes con cierto nivel de ingresos tienen capacidad para migrar a las grandes ciudades. Por más barata que pueda ser la colegiatura de las universidades públicas, mudarse de ciudad siempre implica altos costos. 

Esto marca aún más la disparidad de nivel educativo entre la población, donde aquellos con mayores ingresos o los habitantes de las tres zonas metropolitanas más grandes, se ven favorecidos.  Ojo, la universidad referida de Puebla es privada, por lo que limita el acceso de la población. Esto deja únicamente a la Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara con universidades públicas entre las primeras del índice. 

Segundo, el beneficio de tener acceso a la investigación de las universidades. El papel de la academia puede tener injerencia positiva en la calidad del sector público así como en la innovación de la industria privada. Mejorar la calidad de las universidades en la mayoría de los estados es fundamental en este sentido.

Tercero, la fuga de cerebros. Gran parte de los estudiantes no regresan a sus casas después de estudiar en otra ciudad. Entre mejor calificada sea la fuerza laboral de una ciudad, ésta tenderá a desarrollarse más rápido. Si la dinámica actual continúa, difícilmente habrá una convergencia entre el crecimiento de las ciudades. 

Aquí existe un problema grave. Si no hay condiciones económicas para pagar salarios altos, no hay demanda de estudiantes altamente calificados. Pero si no hay mano de obra calificada, difícilmente habrá crecimiento. Por lo  tanto existe una espiral negativa difícil de evitar. 

Extra: los índices universitarios de Estados Unidos no denotan  una fuerte concentración regional  de las mejores universidades. Tan solo las mejores diez están en ocho estados distintos. Y lo más importante es que la diferencia de calidad entre éstas y las siguientes decenas no es tan abrupta como en el caso mexicano. 

Sin embargo, la comparación entre estos países no puede ser tan directa. En Estados Unidos hay una competencia feroz entre las universidades, lo que tiende a mejorar su calidad. La diferencia es que gran parte de los estudiantes tiene acceso a la educación por medio de créditos gubernamentales – lo cual se ha convertido en un problema relevante.

A final de cuentas los beneficios de tener una población educada son vastos. Tanto para los estudiantes como para la economía. 

Lo que hay que resolver es el enigma de cómo empezar a mover los engranes: industrias que demanden estudiantes calificados y oferta de graduados con altas habilidades que muevan estas industrias.

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