Durante esta semana, la presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo nombrará a las personas que la acompañarán en su gabinete de gobierno. La conformación apunta a una paridad de género, con servidores públicos comprometidos con la continuación de la transformación de la vida pública del país.
Una de las líneas fundamentales que la doctora Sheinbaum manejó durante su campaña electoral y que reafirmó como ganadora de la elección es el “humanismo mexicano”.
¿De dónde deriva el término y qué importancia tiene en la conformación de su equipo de trabajo?
La filosofía del humanismo, surgida durante el Renacimiento, emerge como una guía vital para la formulación de políticas públicas inclusivas y justas. Coloca al ser humano en el centro de sus reflexiones, valorando la dignidad, el potencial y el bienestar del individuo.
Este enfoque promueve la equidad, la justicia y el desarrollo integral de la persona, principios que han permeado en diversas corrientes filosóficas y políticas a lo largo de la historia.
Desde sus inicios, el humanismo ha promovido la equidad y la justicia, principios esenciales para construir sistemas de salud que verdaderamente sirvan a todos y no a los intereses de unos cuantos.
El humanismo filosófico, con sus raíces en la Grecia clásica, defiende la dignidad humana, el razonamiento crítico y el progreso a través de la educación.
Esta visión del potencial humano ha sido fundamental en el desarrollo de la ciencia moderna y la expansión del conocimiento, proporcionando una base sólida para las políticas de salud pública que buscan el bienestar de todos los ciudadanos.
En México, el presidente Andrés Manuel López Obrador adaptó estos principios a través de su concepto de “humanismo mexicano”. Este enfoque resalta la fraternidad, la equidad y la justicia social, con un fuerte énfasis en mejorar la calidad de vida de los más vulnerables.
Durante su administración, el mandatario ha implementado con éxito programas de bienestar social dirigidos a reducir las desigualdades y promover el bienestar común.
La presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum Pardo, hizo suyo este concepto de “humanismo mexicano” y lo profundiza dentro de su próximo plan de gobierno.
Sheinbaum ha destacado la importancia de la fraternidad, la equidad y la justicia, insistiendo en que una sociedad no puede prosperar si deja atrás a millones de mexicanos.
Su visión de construir el “Segundo Piso de la Transformación” se concentra en continuar y expandir este pensamiento en la formulación de las políticas públicas de su gobierno.
Para que el gabinete de la doctora Sheinbaum refleje verdaderamente estos valores humanistas en el ámbito de la salud, es crucial que todo el equipo de salud designado comparta y promueva estos principios en sus políticas y acciones.
Un enfoque centrado en la dignidad y el valor humano significa asegurar que todos los ciudadanos tengan acceso a servicios de salud de calidad, sin importar su situación económica, promoviendo un sistema de salud inclusivo y equitativo.
Los próximos funcionarios del sistema de salud deben ser personas íntegras, sin el más mínimo escándalo de corrupción, comprometidas con la ética y el respeto por la dignidad humana en todas las políticas y prácticas del sector, con el conocimiento y reconocimiento por su trayectoria dentro de las instituciones de salud pública.
Su compromiso con la equidad y la justicia social debe ser prioritario y, sobre todo, tener la convicción de un “trabajo más de territorio que de escritorio”, enfocándose en el bien de todas y todos los mexicanos, pero especialmente por las comunidades marginadas y vulnerables, tanto rurales como urbanas y suburbanas.
Al seleccionar a un equipo de trabajo comprometido con la dignidad humana, la equidad, la justicia social y la transparencia, se podrá cumplir con lo que la sociedad mexicana refrendó en las urnas como apoyo al proyecto de Claudia Sheinbaum.
Los principios del “humanismo mexicano” además de mejorar la salud y el bienestar de la población, contribuirán en la construcción de una sociedad más solidaria y cohesiva, asegurando que nadie quede atrás en el camino hacia el progreso y el desarrollo humano, garantizando que cada persona, sin importar su origen o condición, tenga acceso a una vida digna y saludable.