Hace más de 2 mil años está habitado. Es fundamental para entender la historia de México y el mundo. Los conquistadores descubrieron su valor geográfico y su vocación de puente con Asia.
Por Acapulco pasó Humboldt, la primera misión de Japón, el genio de Morelos, la lucha libertaria de Juan R. Escudero y, además, una constelación de personajes, que al igual que yo, quedaron enamorados de sus playas y convencidos de que es el mejor destino turístico del mundo.
Poco a poco he tenido contacto con amigos y compañeros que vivieron el huracán. En todos encontré las mismas preguntas: ¿Por qué no fuimos avisados? ¿Dónde estaba la autoridad? ¿Por qué tarda tanto la ayuda? ¿Cuándo se van a reunir las autoridades con los sectores sociales y productivos de Acapulco? ¿Por qué no hay una respuesta institucional?
Acapulco es ícono de la industria turística nacional y producto de los gobiernos revolucionarios que descubrieron que, después de la segunda guerra mundial, se requerían nuevos destinos para los viajeros internacionales. El esfuerzo de difusión alcanzó hasta al cine nacional y en sus locaciones se filmaron escenas de películas con Pedro Infante, Cantinflas y la monumental Silvia Pinal. Agustín Lara lo puso en la letra de una de sus más famosas canciones y de paso nos dejó imaginar lo que hizo en sus playas con María Félix. Desde entonces muchos hemos soñado con recrear aquel “acuérdate de Acapulco”.
Hoy el puerto sufre y las autoridades no atinan a presentarnos una propuesta para ponerlo en pie. A dos semanas de la tragedia, aún hay preguntas: ¿Dónde están esos marineros que por unos pesos cuidaban los yates de sus millonarios patrones? ¿Cómo se va a reconstruir la infraestructura hotelera o departamental? ¿Será con las mismas reglas arquitectónicas? Es claro que muchas de las edificaciones no tenían la calidad para un sitio donde hay posibilidad de huracanes. Por otro lado, el sistema de protección civil del puerto es una basura.
Recuperar el Acapulco requiere, entre otras cosas: 1) presupuesto suficiente y seguro, con reglas de operación democráticas y transparentes; 2) participación de los sectores productivos y sociales en la toma de decisiones; 3) nuevas reglas de construcción y desarrollo urbano; 4) un esfuerzo para sacar al crimen organizado del estado de Guerrero; 5) la concurrencia del mayor número de instituciones del estado en la región y 6) la reconstrucción del maltrecho Sistema Nacional de Protección Civil.
Algo queda claro: las grandes víctimas del huracán son los pobres. Padecen, más que los ricos, por un fenómeno climático desproporcionado, pero también por tres gobiernos populistas e incapaces. Ellos son rehenes de un sistema económico injusto, en el que un yate vale más que una persona.