‘El factor Rodrigo Medina’ acaba con Felipe Enríquez

Aunque Felipe Enríquez aceptó su derrota y también que la maquinaria panista operó mejor que la priista, dentro del tricolor se percibe un olor a traición.

Hay un sentimiento oscuro sobre el gobernador Medina.

Muchos tricolores resentidos por el resultado indican que el joven mandatario no hizo todo lo posible, o dejó de hacer muchas cosas, para que el compadre de Peña Nieto llegara a la Alcaldía de Monterrey.

Y es que chocaron dos trenes, dos maquinarias electorales, y ganó la albiazul.

Pero no hay que soslayar que también está el factor Medina.

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Aunque Felipe Enríquez aceptó su derrota y también que la maquinaria panista operó mejor que la priista, dentro del tricolor se percibe un olor a traición.

Hay un sentimiento oscuro sobre el gobernador Medina.

Muchos tricolores resentidos por el resultado indican que el joven mandatario no hizo todo lo posible, o dejó de hacer muchas cosas, para que el compadre de Peña Nieto llegara a la Alcaldía de Monterrey.

Y es que chocaron dos trenes, dos maquinarias electorales, y ganó la albiazul.

Pero no hay que soslayar que también está el factor Medina.

Entre las filas tricolores que esperaban anoche festejar a Enrique Peña Nieto y a su compadre Felipe Enríquez, piensan que el gobernador no solo no apoyó al candidato priista a la Alcaldía regia, sino que bloqueó la ayuda a Enríquez. 

Y es que el joven Medina ya está muy presionado por el empresariado regiomontano debido a su descontrol en materia de seguridad.

El novel gobernador también es muy cuestionado por los inexplicables desarrollos de su familia en San Antonio Texas y a su inexperto equipo político.

Así que sería demasiado incómodo tener en el palacio de enfrente al compadre del hombre que aventaja en el camino a Los Pinos.

En la Presidencia Municipal, desde donde Enríquez podría fácilmente hacerle la vida de cuadritos al joven gobernador, con el fin de posicionarse como el próximo candidato al gobierno de Nuevo León.

Una verdadera guerra de palacios entre el palacio de cantera y el municipal, que habría traído a Medina una serie de desventajas.

Esa guerra habría traído a la memoria aquella vieja historia de cuando el alcalde priista Sócrates Rizzo, entonces amigo del presidente Carlos Salinas de Gortari en 1991, opacaba al gobernador de Nuevo León, entonces Jorge Treviño Martínez.

Porque el presidente primero se dirigía al alcalde, que al mandatario estatal.

Los equipos de ambos políticos tenían grandes encontronazos. Salinas de Gortari, desde la presidencia, pavimentó el camino para que Sócrates fuera el siguiente gobernador.

Por ello los priistas sospechan del factor Medina en la derrota de la contienda.

Claro, todo esto sin menospreciar que la afilada máquina de votos de la neocúpula panista nulificó a los promotores del voto, en los que Enríquez invirtió mucho dinero para que movilizaran gente el día de ayer.

Además, cuentan que líderes de organismo empresariales de Nuevo León tuvieron una encerrona con el gobernador Medina, a quien le dieron un ultimátum: “Entréganos a los corruptos de tu administración con expediente judicial, y dejamos de presionarte y de pedir tu cabeza”.

Y como Medina sabe que un Congreso del Estado panista, una Alcaldía regia albiazul pueden aminorar la presión de los organismos empresariales en su contra, pues solamente los dejó ser, los dejó ganar y hasta pudo permitir que redes territoriales votaran en contra de sus priistas.

Por ello es que también se preguntan los tricolores resentidos: ¿Dónde quedó la bien armada red del voto de José Antonio González “El Tigre Toño”?

Pareciera que ayer desapareció esa red, o ¿sería que el compromiso que el secretario de Educación hizo solamente era para ayudar al voto de Peña Nieto y no al de Enríquez? 

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