El desastroso legado económico de Zedillo

Zedillo no fue un diseñador de la economía, sino que se concentró en mejorar ciertas variables macroeconómicas, sacrificando el presupuesto público y rescatando a algunos banqueros y empresarios con problemas
Jorge Tonatiuh Martínez Aviña Jorge Tonatiuh Martínez Aviña Publicado el
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Luego de años viviendo fuera de México, Ernesto Zedillo hizo una visita relámpago a Polanco, en el marco de un foro empresarial. El regreso llamó la atención dada la reciente intensificación de los comentarios del expresidente en los que critica al gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Tan solo el año pasado junto a Felipe Calderón, en España, alertaban sobre el peligro que corría la democracia en México. Estas críticas se dieron bajo contexto de la disputa que sostuvo el presidente con el Poder Judicial, además de los recortes presupuestales al Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Electoral.

¿Cuál es la herencia de Zedillo?, en términos económicos, tiene una gran deuda con la sociedad mexicana. Nos heredó el Fondo Bancario de Protección al Ahorro, la privatización del sistema de pensiones de los trabajadores que cotizan en el Instituto Mexicano del Seguro Social, la privatización de puertos, aeropuertos, concesiones mineras, ferrocarriles, satélites, producción de energía, exploración petrolera, el negocio del gas. Y para cerrar con broche de oro, creo los Pidiregas.

La reforma de pensiones que implementó en su gobierno sustituyó el modelo de beneficio definido por un esquema de capitalización individual en el que todos los nuevos trabajadores podrían —si sus ahorros alcanzaban— comprar en el mercado de las aseguradoras, una renta vitalicia.

Los números de la primera generación que intentaría retirarse por esta vía en 2021 no eran alentadores. En palabras del entonces presidente de la Comisión Nacional del Sistema del Ahorro para el Retiro, las primeras cinco generaciones (cerca de medio millón de trabajadores, entre 2022 y 2026) no tendrán pensión.

Y también señaló que solo el 1 por ciento de los 75 mil trabajadores de la primera generación Afore, podrá pensionarse al llegar a los 65 años, el resto tendrá que buscar mantenerse en el mercado formal hasta alcanzar las mil 250 semanas. Un desastre para la vida de los trabajadores.

El Fobaproa es otra joyita de Zedillo. De acuerdo con Cárdenas, en su famoso libro sobre la economía mexicana, la banca en el primer quinquenio de 1990 fue de sombras. Y es que, con Salinas de Gortari iniciaría la reprivatización de los bancos de México y antes de que acabara su sexenio ya se estaban interviniendo por su franco deterioro y potencial quiebra.

El monto acumulado y detallado en 1998 en una iniciativa de ley enviada por Zedillo, reveló los 552 mil 300 millones de pesos equivalentes al 15 por ciento del Producto Interno Bruto, saldo que debería ser reconocido como deuda pública.

Junto a esta catastrófica decisión tenemos la creación y fomento de los Pidiregas, un esquema de inversión privada, en el que el sector público se compromete a pagar el proyecto una vez recibido a entera satisfacción.

La fuente de pago es el Presupuesto de Egresos de la Federación. La sangría presupuestal que representaron fue evidente a los pocos años. Pasaron de representar el 0.2 por ciento del PIB en 1997 a 1.5 por ciento en el año 2000. Expertos hicieron un llamado urgente a analizar de mejor forma el alcance presupuestario que estaba teniendo este mecanismo.

Ernesto Zedillo no debería ser considerado, como algunos lo hacen, como un estructurador de la economía, tan solo procuró dar mejor aspecto a algunas variables macroeconómicas, hipotecando el presupuesto público y salvando a algunos banqueros y empresarios desastrosos.

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