El convidado de piedra

Todo apunta para que nuestro “fut” tenga finalmente y después de nueve años y 18 torneos una final soñada con dos de los equipos de más arrastre en México y sus alrededores, Cruz Azul y América.

Alfredo Domínguez Muro Alfredo Domínguez Muro Publicado el
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Todo apunta para que nuestro “fut” tenga finalmente y después de nueve años y 18 torneos una final soñada con dos de los equipos de más arrastre en México y sus alrededores, Cruz Azul y América.

Similar en arrastre y popularidad a aquella de junio del 2004 entre Chivas y Pumas que tiene hasta el día de hoy los récords de audiencia en la televisión para una final, ambos son dueños de sus destinos pero, cuidado, Rayados puede agüar la fiesta, lanzar el quitarrisas y romper la ilusión de la final más que soñada, largamente esperada por muchos millones de mexicanos que superaría por mucho en interés y audiencias de TV cualquier otra combinación con Rayados, y muy pero muy poco probable Santos, pero conste, nadie ha ganado nada sin jugarlo en la cancha.

¿A qué hora arranca esto?

Corría apenas el primer minuto de la Semifinal en el flamante Estadio Corona, los aficionados apenas se acomodaban, el “chelero” todavía no comenzaba a repartir las primeras rondas, los jugadores de Santos se quitaban unos las lagañas y otros la lampareada de las fotos previas, esas que rara vez se publican pero que siempre se hacen, cuando de pronto alguien gritó desde la tribuna  “…agüas que ya empezó el juego…”, demasiado tarde, cuando los de Santos, incluído Caixinha, voltearon al marcador ya iban 1-0 abajo producto de ese cabezazo solo y su alma del “Gerry” Flores, escoltado por otros tres de Cruz Azul y con tres o cuatro santistas que solo les faltaba aplaudir la jugada.

Por eso se molesta Oswaldo con tremendo berrinche y rabia, más que si Tomás Boy se le hubiera aparecido…

A echarle de mentadas

Y bravuconadas detrás de su portería. Luego la Máquina lo controla todo con la seguridad de tener uno de ventaja y de visitante por añadidura. Nadie de Santos, ni de adentro de la cancha ni de la banca, fue capaz de poner orden y mucho menos de subir los ánimos y reforzar espíritus. En ese cómodo escenario Cruz Azul siguió mandando en la cancha hasta que en jugada muy futbolera que inicia en su propio terreno con Castro y Torrado, “Chaco” recibe, avanza, cede a “Chuleta” (así le dicen con justicia) que tira diagonal, “Chaco” no alcanza pero llega Pablo Barrera a meterle la pierna con fé y coraje, cañonazo de los de tres dedos que pone las cosas color hormiga para los de La Comarca, los abucheos casi desconocidos en el Corona se dejaron escuchar hasta la Catedral de Torreón, y es que su equipo nunca apareció como tal y por ahí tuvo apenas un par de llegadas en ese primer tiempo de pesadilla, la  primera, por cierto, hasta el minuto 29.

Santos fantasmas

Este equipo que se presentó anoche en su propia Catedral no fue ni la caricatura del Santos que cerró la campaña comiéndose la lumbre a puños, haciendo respetar su aduana, parecería que la “Oribe-dependencia” es real, pero esto va más allá. Caixinha no supo, no pudo o no tuvo con quién sustituir la ausencia del “Chato” Rodríguez, el del talento, el orquestador, el que mide los tiempos y reparte el juego.

Sin el tapatío este equipo careció de todo, desde talento hasta espíritu y carácter para revertir las circunstancias en las que Cruz Azul lo controló todo.

Nuestro portero nacional tuvo noche tranquila salvo una o dos en la segunda mitad, mención aparte para la zaga azul con Amaranto Perea como mandón, Torrado y Castro más guerreros que nunca, el talento del “Chaco” hasta el minuto 65 en que la rodilla comienza a fallar, a Pablo Barrera ya lo recuperamos, no solo por el golazo que mata sino por esas ida y vuelta que lo llevaron hace unos años derechito al Tri, apunte que seguro no pasa desapercibido para el “Flaco” Tena y “Chava” Reyes, que además de hacer apuntes se terminaron la dotación de cacahuates picosones del palco.

El clavo en el ataúd

Para Santos se da a falta de tres minutos, cuando Alejandro Vela controla pésimo y a medias un balón en el área de Oswaldo, para que llegue el defensa Figueroa y anote un autogol espantoso que mata a Santos.

Seamos realistas, meterle cuatro a La Máquina sin respuesta en el Azul es misión mas que imposible.

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