Pablo Larraín es un director que ha pasado de todo. Ha sido polémico, señalado de estar vinculado a la derecha en su país natal Chile y de pertenecer a una clase privilegiada, pero una cosa es cierta a todas luces: su talento en el campo de la filmación, trabajo que ha ido encausando en producir películas de corte histórico, pero con su propio toque de ficción.
Esto se veía desde Tony Manero (2008), Post mortem (2010) y No (2012), todas ambientadas en el país sudamericano, pero en 2016 dio un salto todavía más grande con Neruda, donde usó al poeta efigie para romantizar parte de su fuga y persecución, cuando el gobierno chileno se opuso a su libertad de expresión y lo señaló pertenecer al partido comunista.
La película protagonizada por Gael García Bernal y Luis Gnecco hizo eco en el cinéfilo comercial, casi a la par llegó Jackie, estelarizada por Natalie Portman en el papel de Jacqueline Kennedy Onassis, la que también cuenta su propia versión de cómo la viuda del presidente estadounidense tiene que enfrentar al mundo mediático tras el asesinato ocurrido en Texas, en 1963.
Estas dos películas convergen en un punto, están altamente cargadas de histrionismo, drama y toques de ficción, Larraín claramente encontró una fórmula, misma que repitió en Spencer (2021), su más reciente largometraje en donde toma al personaje de Diana de Gales en uno de los momentos más difíciles de su vida: la separación de la realeza británica.
La actriz estadounidense Kristen Stewart encarna a la princesa que se unió en matrimonio con el príncipe Carlos. Desde que inicia el filme con la frase “Una fábula de una tragedia real” se siente la carga dramática que está por venir en la pantalla.
Y sí, Stewart entrega a una mujer devastada, consumida por sus demonios internos, víctima de la bulimia, en una profunda depresión y paranoia, al grado que puede estar exagerada su interpretación, algo que también observó el chef Darren McGrady, quien trabajó en ese periodo como cocinero de la corona, y fue personificado en el filme por el actor Sean Harris.
Spencer es una pequeña mirada a lo que, en teoría, pudo suceder previo al rompimiento de Lady Di con la familia de Windsor; lo que se rescata de la cinta es la manera en cómo Diana está empecinada en visitar la residencia donde ella creció, que en ese momento presuntamente estaba en abandono y colindaba con Sandringham House, la gran casa de campo donde se realizan las festividades decembrinas a las que ella asiste a regañadientes, en 1991.
Más allá de que Larraín describa o no la verdad histórica en sus películas, la construcción de atmósferas de época, añadiendo el carácter de sus personajes, es lo que resalta en sus producciones, una maestría que pocos directores logran y el chileno ya demostró que este es uno de sus gustos cinematográficos.
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