El ABC del Pacto
Nunca fue gratis, todo lo que el panismo hizo a partir del 88 para apoyar las reformas emprendidas por Salinas fue acompañado de algún acuerdo cupular. Esos que hoy dicen que no van a dar el sí a todo lo que pida el PRI, parece olvidárseles que entonces “todo” fue concertacesionado, claro, siempre pidieron algo a cambio por el cambio.
Gabriel Reyes OronaNunca fue gratis, todo lo que el panismo hizo a partir del 88 para apoyar las reformas emprendidas por Salinas fue acompañado de algún acuerdo cupular. Esos que hoy dicen que no van a dar el sí a todo lo que pida el PRI, parece olvidárseles que entonces “todo” fue concertacesionado, claro, siempre pidieron algo a cambio por el cambio.
Ya estaba Santiago Creel desde entonces -como apéndice del PAN y de sus administradores- articulando los perdones bancarios o santificando esquemas aduaneros, a cambio de interesantes contratos por hacer lo que ya servidores públicos habían operado. Todo el grupo de traficantes del “sí”, de la noche a la mañana, se convirtió en indispensable sanedrín para cambiar leyes, la cobertura mediática los apasionaba, jaloneándose el liderazgo partidario, como hoy sucede.
Desde ahí comenzaron a ser gobierno. Sus oficinas estaban llenas de personas enviadas desde las altas esferas del poder para arreglar toda clase de entuertos que solo necesitaban un sello oficial. En esa época pasaron de luchadores ciudadanos a empresarios exitosos. No fue a cambio de nada. Hoy, nuevamente los opositores que dicen no serlo, mientras tienen el voto en una mano extienden la otra por delante, en espera de algo que motive la entrega.
Muchas son las cuentas que Molinar no ha rendido, desde su intervención en el contrato de la guardería ABC, pasando por el contrato fantasma otorgado a TATA y llegando a la licitación 21. Mucho lo que hay que dar, pero también mucho lo que hay que pedir.
Teniendo un lugar miserable en las preferencias de los panistas supuestamente encuestados, Santiago Creel no alcanzó un lugar decoroso para acceder a listas legislativas, pero hoy parece ser quien encarna las aspiraciones e ideales de todos los militantes al representarles -sin corona alguna- como dirigente albiceleste. ¿Quién lo puso al frente? Esa, es la llave maestra para entender el juego.
Lo admita o no, el gran perdedor del pacto del castillo es Cordero, quien ya tenía su juego armado para esquilmar acuerdos y convertirse en el componedor obligado, cuando por la puerta de atrás alguien le inventó este mecanismo en el que él no es más que convidado de piedra. Baste ver las imágenes de su rostro el día de la firma y su lugar secundario en el proceso.
A los espectadores nos queda claro, que no habrá un sí a todo, y que cada apoyo, como aquel amor de la canción, se venderá caro.
Pero no es de extrañar que los azules que se quedaron sin fuero sean los que empuñen la bandera de su partido, ya que el acuerdo supone dejar fuera todo aquello que brillara en el calderonato. Solo los desempleados tienen el tiempo y la disposición necesaria.
Pero por mezquino que sea el doble juego de Maderito, el proceso puede traer cosas buenas al país, como reformas que ya tienen más de una década retrasadas, lamentablemente, sus más acérrimos rivales los encontrará en las fracciones parlamentarias del partido que dice dirigir. La lucha interna en el PAN no debe ser obstáculo para que México avance, siendo el conocer éste ABC necesario para distinguir supuestos desacuerdos estatutarios de vulgares extorsiones promovidas por los excluidos.