De acuerdo con la última información publicada por la Conagua, en Nuevo León 13 de los 23 acuíferos que tenemos se encuentran sobreexplotados.
Además las presas tienen hoy un poco menos agua que la que tenían en febrero del año pasado, por lo que, contrario a lo que dicen nuestras autoridades, la crisis hídrica está lejos de terminar.
Estas crisis serán sin duda una constante para los próximos años, donde se estima que el estrés hídrico sea cada vez más importante.
Tratando de atender esta crisis, el gobierno de Nuevo León tomó una decisión sumamente lamentable, que consistía en la extracción de agua de los cauces del Río Pilón y del Río Ramos. Básicamente, abrieron un pozo para tapar otro.
Tal como se les informó en su día, esto provocaría daños al ecosistema ripario, el cual se conforma principalmente por árboles milenarios, los sabinos que en promedio tienen 500 años de antigüedad pero pueden llegar a vivir más de dos mil años.
Las autoridades de ambos niveles prefirieron secar las venas de nuestro estado que racionalizar el agua, disminuir el número y tiempo de duración de las concesiones, incrementar el uso de agua tratada. A la industria no se le toca más allá de lo que ellos permitan.
Hoy en día decenas de arroyos y cauces al sur de nuestro estado se encuentran secos o casi secos, la extracción destruyó el poco equilibrio que les quedaba. Pero eso sí, nuestro gobernador se paró no hace mucho en el Congreso diciendo que no habría crisis hídrica en Nuevo León en al menos 10 años.
Ese tipo de soberbia para afirmar cosas que no dependen principalmente de uno, sino de la naturaleza, ha sido el sello de este último gobierno, en el que es más fácil abrir la boca que pensar con la cabeza fría.
¿Cuál será el siguiente ecosistema en ser destruido por una mala decisión de gobierno? ¿La Sierra de Picachos?, ¿el Cerro de la Silla?, ¿el Río La Silla? Todo es posible con autoridades que desde hace al menos 30 años ponderan el desarrollo redituable por encima del desarrollo sostenible.
La crisis en los ríos del sur de Monterrey es solo una de muchas señales de que nuestro medio ambiente poco a poco se cae a pedazos: aire sucio, falta de agua, invasión de montañas, mal manejo de residuos, impunidad a la industria y muchas cosas más.
Ante todo esto, solamente queda recordarle a las autoridades el viejo proverbio que dice: “Cuando se seque el último río, se tale el último árbol y se muera el ultimo pez, el hombre se dará cuenta de que el dinero no se puede comer”.
Para ese entonces, será demasiado tarde. La pregunta es: ¿cuánto nos falta para ello?
Twitter: @GMtzBerlanga