Nuevamente el discurso setentero impactista que usa la ASF no dejó más que pura tinta y nada de resultados. Cómo puede señalarse que el principal problema de las dos grandes empresas de estado sigue siendo la corrupción, si no se es capaz de fincar responsabilidades a los funcionarios que no sólo convirtieron a las entidades en fuente de enormes fortunas mal habidas, sino que ahora, las han hecho presa mediante contratos.
Así como todos esos funcionarios que fueron al mundial sin abordar líneas comerciales, incluso siendo huéspedes del servicio exterior mexicano, los ex señores feudales de Pemex siguen pensando que nadie se da cuenta de lo que pasa. Los primeros invitan a sacar cuentas de cuánto cuesta el peaje privado, o peor, quién lo pago o con quién se fueron, algunos para más de un partido.
Recientemente en el frenesí futbolero se supo que ya se dio marcha atrás a lo que siempre se dijo fue un enorme negocio para asesores, amigos y consultores del JJ Suárez Coppel, no sólo sus viejos colegas de postgrado, sino algunos de sus más cercanos beneficiarios mazatlecos. Se vendieron las acciones de Repsol que jamás se debieron haber comprado.
Advertido por toda una nación, el JJ insistió en llevar al cabo una operación que sólo cerrando los ojos se puede pensar que no generó quebrantos. Claro, los más de cien millones de dólares en honorarios, viáticos y otros pretextos no se devolvieron a la paraestatal, pero al mezclarse títulos comprados en condiciones de mercado, los fiscalizadores salidos de la mano de Ebrard, dicen que se compensan las ganancias de unos con la enorme pérdida de otros.
Eso es falso, la cuenta debe hacerse paquete a paquete, tomando el valor de compra individual y compararlo con el de venta, en otras palabras, debe considerarse sólo el aumento practicado por Suárez Coppel en la supuesta toma hostil del consejo. Así como debió hacerse con las coberturas deliberadamente perdedoras que se mezclaban con el gran paquete de coberturas, encubriendo enormes comisiones y moches, al juntar peras con manzanas.
Muy ocupados están explicando las relaciones con los padrinos que los hicieron llegar a altos puestos del ente fiscalizador, y nada han hecho para presentar denuncias por el inusitado crecimiento en el patrimonio del JJ, que aunque no aparezca en la torre de Marina Nacional, puede decirse que en las inmediaciones de su guarida ya aparecen leales operadores, como Ricardo Fernández, quien también la libró de manera sorprendente.
Al igual que los funcionarios del mundial, que sólo dejaron sus sillas vacías, Ramírez Corzo y el JJ, reinvierten las ganancias que sólo son posibles ante una fiscalización que sólo mira a las operaciones de los rivales políticos y a aquellos que no son amigos de los padrinos.
Sólo en México, personajes cuestionados por su mala gestión pueden cambiarse al papel de proveedores, haciendo que la operación Oceanografía solo se pase al balance de los libros Oro Negro, claro, la única constante es Banamex.