Dos años en la historia de una nación es un lapso corto. Dos años como los que ha vivido nuestra sociedad bajo la presidencia de Andrés Manuel López Obrador, significan el fin de inercias construidas por décadas y la oportunidad para millones de ciudadanos de dar un nuevo significado a su participación en la vida política nacional.
Los ciudadanos nos hemos integrado a esa dinámica -cada uno desde su trinchera-, con la convicción de que hay un nuevo gobierno, que rompe con usos, dogmas y zonas de confort, lo que obviamente no gusta a todos; la oposición siempre merece respeto y tolerancia.
Con esa misma medida me parece innegable la consolidación de un ideario y programa de gobierno, de honestidad y de servicio que tiene el apoyo y la participación de millones de personas.
Una muestra de esta transformación renovada la constituye el informe que rindió el presidente con motivo del segundo año al frente del Gobierno. En realidad el presidente cumple dos años en diciembre, pero de acuerdo con los tiempos del Poder Legislativo, el primero de septiembre es la fecha para enviar el informe de labores.
El informe entregado al Congreso de la Unión tiene una gran riqueza de información, que nos corresponde analizar.
Ahora quiero subrayar aquí el discurso público del presidente, en el que hace un reconocimiento a la tarea del empresariado mexicano, representado en una serie de acciones.
El presidente estableció que la relación con los empresarios ha sido buena y respetuosa. Y a nombre de la población y el Gobierno reconoció su colaboración.
Considero en lo personal que se ha ido transformando la interacción con el sector privado y que el balance es positivo tomando en cuenta los niveles de interlocución y de cooperación que se han alcanzado en diversos momentos.
En la presentación del informe el mandatario dijo que a pesar de la crisis, la mayoría de los empresarios no despidieron a sus empleados; además, como procede en un estado de derecho, siguen cumpliendo con sus contribuciones.
Han participado en programas de recuperación del Gobierno, aumentando en 20 por ciento el salario mínimo. Recientemente decidieron que aumentarán en forma gradual su participación para favorecer una mejor pensión para los trabajadores, iniciativa que analizaremos en el Congreso.
Destacan también los acuerdos alcanzados con hospitales privados para coadyuvar a enfrentar la pandemia, y otro con las televisoras para transmitir clases por radio y televisión a 30 millones de estudiantes.
Ya el senador Ricardo Monreal, había anticipado públicamente que la relación del presidente con los empresarios estaba tomando un giro y que sería evidente. Desde mi punto de vista se ha ido confirmando este cambio, y ha derivado en una necesaria interlocución.
Hay suficientes evidencias de que la política implementada tiene como destinatarios a la gente menos favorecida en la escala social, como un medio de justicia social y de equilibrio con el resto de actores de la sociedad.
A los ciudadanos atentos y que están abiertos a un nuevo enfoque, me parece que les queda claro este momento de transformación.
Se está saneando la vida pública, se está separando el poder político del poder económico, un paso clave y fundamental para seguir adelante juntos hacia la reactivación económica y el rescate de nuestro amado México.