Diversión y decepción garantizada
Carros chocones, casas de espanto y un recorrido en el Paseo Santa Lucía con todo su verdor y hedor serían algunas de las atracciones del parque temático llamado nuevo Nuevo León
Arturo Fernández CisnerosY si el nuevo Nuevo Lion fuera un parque de diversiones, ¿qué atracciones presumiríamos?
Primero hay que pensar en el jingle, lo más pegajoso posible, algo de onda Henry Mancini o Herp Alpert, muy ad hoc en las kermeses.
Como en toda feria pueblerina habría payasos, equilibristas y magos que pueden verse muy reales, y otros tantos entre escaños, escritorios y mazos en alguna de las tres pistas que circundan la megaplaza.
También se exhibirían personajes exóticos con sus capas, luces, sombreros y niebla exponiendo sus juegos de adivinación e improvisación, que planean cada acto sin pensar la consecuencia de la desilusión del espectador.
Carros chocones, ¡uff! Esos a toda hora en las avenidas, y los más expertos en las entrecalles y bulevares, –los rojos corren más recio, dicen. Tenemos recorridos extremos bajo el propio riesgo por sus pozos y obstáculos, pistas probadas ampliamente ya que aquí destacamos por ser tierra de campeones en velocidad y cruces sin alto.
La casa de los espantos con actos y personajes raros: camaleones sin pelucas, chapulines que cambian de color, pingüinos encorbatados y lambiscones sin vergüenza ni pudor.
La montaña rusa armada desde hace años, pero parcialmente deshabilitada por la insuficiencia de mantenimiento, y los tramos que aún funcionan no emocionan por la triste celeridad con la que circulan.
La casa de los espejos que hace ver derecho hasta el más chueco, es muy peligrosa ya que vuelve loco al ego, a la moral y a la postura, haciendo ver grande hasta al más pequeño.
También está la rueda de la fortuna, en la que puedes divisar múltiples capas de smog bloqueando el cielo azul por encima de nuestras montañas.
La casa del tío chueco donde las firmas, facturas y trámites se vuelven legítimos cuando se paga el extra en la taquilla y se vuelven tormentosas para los que esperan su turno en las enormes filas.
Obviamente mostraríamos el gran carrusel donde desfilan animales y carruajes, unos chicos y otros grandes; esta atracción es más disfrutable en la matiné de cada tres años desde la butaca, con ambientación de música urbana, trap, rap y corridos tumbados.
Paseo en balsa por el Santa Lucía con su verdor y hedor lo vuelve inolvidable. En temporada de chubascos pues ya se la saben.
La atracción más grande son las pistas exclusivas por las que circulan los vagones que están por toda la ciudad, la gente parece disfrutarlo mucho, tan es así que se amontonan cada dos o tres kilómetros en paz y calma. ¿Acaso hay de otra?
Y no podría faltar el tiro al blanco que está reservado para unos cuantos adelantados, en el que si aciertas podrías obtener de premio un asiento en el carro del privilegio surcoreano como el de hace unos años, y/o un norteamericano eléctrico tal como los recién entrantes.
Por estar en el epicentro de la feria, además de algodones y palomitas, te puede tocar un mejor premio obviamente si estás cerca de los administradores o de cierto personaje que te salude en alguno de los juegos.
Para disfrutar aún más de un día mágico e increíble en la Sultana del Norte se sugieren algunas propuestas para complementar lo extraordinario en toda una aventura dentro del parque: para sonorizar el área de diversiones se contratarían a los mejores proveedores del espectáculo, duplicando facturas y a sobrecosto para un eficiente desvío de calidad y atención desproporcionada.
Armar playlists con los paseantes de manera que sea una constante colaboración colectiva multigénero, con los decibeles alterados para mayor penetración en los sentidos. Incluso podrían reproducir podcasts de tanta mente iluminada que hay en el estado, o bien programas de mindfulness para que sea más motivante y profunda la experiencia.
Instalar pantallas y proyectar videos educativos, culturales o hasta las tendencias diarias o los bailes de los virales tiktokeros. No por nada se dice y con mucho orgullo que los mejores creadores de contenido son de Monterrey.
En tan controversial “Big Brother regio” el foro de expresiones artísticas y urbanas mejor conocido como Callegenera podría ser llevado a la hiperrealidad, con todo y presentador, amable, bilingüe y con regionalismos incluidos.
Los animadores y guías se seleccionarían de la farándula y fauna local. Hasta desarrollo de apps de descarga y de códigos QR, que están tan de moda.
Pasaporte digital con descuentos y acumulación de puntos en tarjeta Feria, y hasta monederos electrónicos para los más quejosos.
Instalación de difusores con aroma a naranjas dulces o vainilla caramelizada para despistar el aroma a la-banda.
Canciones de feria hay muchas, desde la de organilleros hasta esta pieza de Alpert de 1965, que queda mejor que ninguna tarareada en la mente. Seguro encuentras un 7 pulgadas en casa de tus abuelos o con tus tíos los ruckeros fans de Caifanes y Soda Stereo.
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