Las divisiones políticas en en todas partes del mundo son cada vez más preocupantes. Ante ésta, hasta ahora inevitable situación, de nueva cuenta es imperativo, llamar a las distintas organizaciones de la sociedad sociedad civil, a desplegar un poderoso activismo ciudadano, en favor del respeto a nuestras libertades, a la diversidad, social, cultural, y política de nuestros pueblos, bajo la consigna de, no al autoritarismo, si a la libertad.
Estados Unidos experimentó de primera mano los efectos negativos de la polarización e intransigencia política, cuando seguidores del ex presidente Donal Trump inconformes con los resultados de las elecciones del 2021 en las que triunfó el presidente Biden, el Capitolio fue asaltado por sus fanáticos.
En Reino Unido, la experiencia del Brexit derivado de inconformidades con los resultados de los acuerdos comerciales establecidos e intenciones políticas en Europa, rompieron con la UE causando una enorme división entre los británicos.
En Europa, la tradicional competencia entre corrientes políticas de izquierda y derecha, ha sido sustituida por un tipo de polarización más radical, con peligrosos ingredientes de racismo y xenofobia.
Estadísticas recientes del Barómetro Edelman 2023, han revelado que Argentina es el país más afectado por este fenómeno de polarización. Colombia y EE.UU. por su parte, mantienen un alto nivel de división política, en tanto que Brasil y México siguen mostrando signos de una escalada de polarización política, que se agudiza en la medida que avanza la lucha por el poder.
En Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva ganó las elecciones contra Jair Bolsonaro por pequeño margen, pero triunfó al fin, que en mi opinión, afortunadamente ganó las elecciones, ubicándose en la izquierda, en congruencia con su compromiso y formación política.
Por su parte en Perú, el ex presidente Pedro Castillo fue arrestado tras intentar disolver el Congreso mediante un autogolpe de estado, y crear un escenario de emergencia y toque de queda, para suprimir libertades y eliminar opositores a su régimen. Las consecuencias son más que peligrosas, hasta ahora están teñidas de sangre, inmersos en un caos que como siempre, afecta en primera instancia a la ciudadanía.
En Argentina, la vicepresidenta Cristina Fernández ex de Kirchner fue acusada y sentenciada por actos de corrupción, aumentando la polarización entre la población en general, entre quienes están de acuerdo y quienes se oponen a esta medida.
Al igual que en los casos antes mencionados, la polarización interna de los países referidos, se expande más allá de sus fronteras, involucrando a las naciones del continente y el mundo. Entonces, la confrontación de intereses, va más allá de la lucha entre demócratas y liberales, tiranos y populistas, la polarización es intensa y real, está en todas partes, en un mundo cada vez más complicado en lo político y en lo económico, que inevitablemente reclama la participación activa de las sociedades civiles de cada lugar, a riesgo de sufrir las consecuencias de su indiferencia, ante este proceso de degradación social y humana.
En latinoamérica, peligrosamente se han olvidado las expresiones fundacionales de un internacionalismo fraterno, quizás idealista, entre todas las naciones del orbe, tales como «La no intervención y la autodeterminación de los pueblos», postulada por el internacionalista mexicano Genaro Estrada, así como la advertencia del presidente Juárez; —entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz. Estos postulados sagrados y normas de convivencia internacional, están cada vez más, siendo ignorados en la práctica, convertidos actualmente, en simple retórica discursiva.
Existe la posibilidad real y peligrosa, de que la democracia en distintas partes del planeta retroceda, confundiendo los objetivos de progreso social, con reformas que afectan la competencia política, tratando de anular así, a las minorías políticas de cada lugar y la diversidad que los distingue, para afianzarse, al precio que sea, (pisotear la democracia y alternancia) al poder que ahora ocupan.
En México, el gobierno ha establecido una agenda, para deshacerse del sistema de pesos y contrapesos institucionales, para someter nuestra democracia a su modo, y sustituir peligrosamente, el civilismo por el militarismo, que día con día va en aumento.
La sociedad civil, tiene la palabra.