Ha concluido el primer tramo de gobierno. Ayer fue Día del Informe Presidencial. Pero, después de haber regresado a la residencia oficial de Los Pinos, el Partido Revolucionario no ha tenido alguna pizca de gloria durante este lapso.
Nada hubo que informar, salvo los constante viajes al extranjero del titular del Ejecutivo en el intento de hacer resurgir a México en el escenario internacional.
Mientras tanto, los hombres del presidente –Videgaray, Osorio Chong, Chuayffet, Murillo Karam, Aurelio Nuño, Gamboa y Beltrones –, lejos de apoyar y de promover una nueva cara del priismo en el Ejecutivo y en el Legislativo, reeditan las viejas costumbres del PRI todopoderoso.
Así, se ha regresado a la imposición sin la consulta.
Por cierto, todos “los hombres del presidente”, fueron chamaqueados por los panistas.
Se pasa de la ausencia de diálogo a la represión velada con la oficiosa colaboración de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Además de poner en entredicho el Estado de derecho, cuando de pronto se liberan a unos, se limpian a otros, y miles son satanizados y linchados con métodos modernos ante millones de personas.
Pero, volviendo a lo nuestro, los responsables de la política hacendaria, finalmente, aceptaron que el país no pudo crecer y las expectativas en esta materia cambiaron notoriamente, pero a la baja.
A su vez, los responsables de la política interna fueron rebasados por los hechos que, en la capital del país, se han registrado las últimas dos semanas.
En esta ocasión, qué hay que informar a los mexicanos que en julio del 2012 echaron o desalojaron al Partido Acción Nacional de Los Pinos, todo por falta de resultados, así como por el abierto y descarado abuso del poder.
En los últimos nueve meses no ha habido desarrollo concreto en ningún ramo. Muchos sectores, desde hace varios meses, esperan que el Gobierno federal suelte los recursos que están detenidos inexplicablemente.
No hay algo palpable en 270 días del retorno del PRI al poder.
Divorcio entre sociedad y gobierno
Lo que sí existe, desde hace varios sexenios, es un divorcio entre sociedad y gobierno. Entre gobernantes y gobernados.
Nadie puede negarlo.
Han pasado aquellos sexenios de aquel priato, en los que el acceso a oficinas gubernamentales de toda índole no patentizaba esa desconfianza que existe de las autoridades hacia los gobernados.
No había rejas y policías, muchos policías, para cuidar a los candidatos de elección popular que, más tarde, se convirtieron en funcionarios de primer nivel.
Tampoco se dejaba ver ese “blindaje” policiaco o militar que se hace de todas las oficinas públicas, pasando por Palacio Nacional, por el edificio sede del Gobierno de la Ciudad de México y por los palacios de gobierno de todos los estados que integran la República Mexicana.
Los actos oficiales públicos, los niveles del gobierno federal y estatal, han dejado de ser públicos, para convertirse en privados o semi-privados. Algo anda mal en México, algo se hizo mal en el pasado mediato, algo se está haciendo mal en el presente, porque el divorcio entre sociedad y gobierno, cada vez, se hace más patente.
La distancia es mayor entre gobernantes y gobernados. Porque los intereses de los primeros, quizá, fueron siendo diametralmente opuestos a las necesidades de los segundos.
Madero, el PAN y posturas fascistas
Olvidando en qué país reside y la historia del siglo 20 que empezó a escribir su tío abuelo, Francisco I. Madero, el dirigente nacional panista, Gustavo Madero y las huestes del PAN, a una sola voz, exigieron para los maestros disidentes todos los mecanismos represivos.
Solicitaron que las tanquetas salieran a las calles de la capital del país, entre otras cosas.
Querían, en otros términos, ver correr la sangre en las calles. Pero nadie sabe si para ayudar al Gobierno federal o para hundirlo.
Nada hay que creerle a la ultraderecha fascista.
Castro Trenti ¡embajador! Fidel Herrera ¿embajador?
La Secretaría de Relaciones Exteriores, a cargo de José Antonio Meade, parece ser que la están volteando como calcetín.
Porque hace varias décadas, salvo excepciones que confirman la regla, ser embajador de México en cualquier país del mundo era un verdadero honor y enorme satisfacción.
Esta vez y con algún nombramiento y otro que está en ciernes, observamos que la Cancillería ha abaratado las representaciones diplomáticas en el orbe. Y es que el hecho de que un perdedor como Fernando Castro Trenti represente a México en Argentina, empieza a devaluar, como a nuestro peso, las embajadas mexicanas.
Marisela Morales, está a cargo del consulado de México en Milán.
Luego se “filtró” lo peor, como para medirle el agua a los camotes. Que Fidel Herrera Beltrán, exgobernador de Veracruz, se convierte en representante mexicano en Grecia.
Si de abaratamiento se trata o si de enviar a lo peorcito como “embajadores”, pues ahí están Mario Marín (sería un “Embajador Precioso”); Luis Armando Reynoso Femat (con todo y amparos); Juan Manuel Oliva y las sospechas fraudulentas; Ulises Ruiz Ortiz; Andrés Granier Melo, de resuelto su asuntito; y aprovechando su estancia en Barcelona, por qué no Humberto Moreira, como cónsul en esa región.
Nombres, sobran. Embajadas y consulados son los que faltan.
Nelson Mandela y GandhI
Convencidos, ciertos analistas aseguran que de haber nacido en México y de llevar a cabo sus luchas como en Sudáfrica y la India, tanto Mandela como Gandhi habrían sido víctimas del linchamiento que padecen quienes se atreven a retar y a enfrentar al gobierno o, simplemente, a protestar por algo en lo que no están de acuerdo.