La violencia que hoy vivimos se gestó mucho antes de que le estallara en las manos a Felipe Calderón.
Quienes critican la estrategia del panista, usan un argumento muy peligroso en un Estado de derecho.
Los detractores sostienen que la violencia fue provocada por el combate al crimen y empujan a tal grado la narrativa que pareciere que lo correcto es dejar que los delincuentes actúen con total impunidad.
Desde mi perspectiva las cosas se le complicaron por lo siguiente:
- A finales del siglo pasado cambió el mercado de las drogas y la operación para llevarla a los consumidores. La cocaína colombiana y sus ganancias alteró el ecosistema de producción-traslado-consumo.
- La globalización, el neoliberalismo y el mayor flujo de mercancías facilitó el traslado de la droga a los Estados Unidos.
- A mayores ganancias, más necesidad de los cárteles por tener el control de las fronteras. Esto implicó subordinar a las autoridades.
- Controlar un territorio significa pactar o eliminar a la competencia, para ello se requieren armas y eso se facilita cuando los americanos tienen pocos controles.
- El nuevo orden económico y la reforma agraria de los noventa dejaron un saldo negativo en materia de bienestar.
- La caída del Partido Revolucionario Institucional significó el desmantelamiento de los controles corporativos y el fin de muchos mecanismos de inteligencia.
- Los grupos delictivos aumentaron su capacidad de fuego e iniciaron una guerra entre ellos.
En los 18 años que median entre el día en el cual Calderón anunció el combate al crimen y el fin del sexenio, hay medio millón de homicidios y más de 150 mil personas desaparecidas, pero también cambios en el fenómeno criminal.
El fentanilo es un dolor de cabeza, en muchas entidades el control territorial incluye el pago de protección y los productores cubren “impuestos” a los criminales, la delincuencia interviene en las elecciones y se beneficia del traslado de recursos públicos, y los grupos más violentos ponen bajo sus órdenes a criminales de todos los giros.
En el Congreso se votará en los próximos días la incorporación de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional.
La iniciativa cancela la posibilidad de una policía federal de carácter civil y, en una extraña paradoja, disminuye los efectivos que el Ejército necesita para las tareas propias de su naturaleza.
La paz es posible. Hay entidades sin violencia, incluso alguna que fue de las más complicadas en el tema. Falta voluntad, coordinación con las entidades y otra estrategia.
El futuro no pinta bien, en Morena se oyen voces que proponen continuar con la estrategia fallida de los últimos años.
La aprobación de la iniciativa constitucional a la que me refiero es un ejemplo de lo anterior.