De vuelta al camino

Sugiero empezar con un avance de tiempo con las tres primeras películas de “Mad Max” de Mel Gibson y luego una de Hardy.

En 1971 un médico de profesión decidió tomar un curso de cine en su natal Australia, y ocho años después se embarcó con 400 mil dólares australianos para hacer la ópera prima por la que es mundialmente conocido: el director George Miller daría vida a Max Rockatansky –interpretado por Mel Gibson– para circular en el asfalto cinematográfico de culto.

Hidalgo Neira Hidalgo Neira Publicado el
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Sugiero empezar con un avance de tiempo con las tres primeras películas de “Mad Max” de Mel Gibson y luego una de Hardy.

En 1971 un médico de profesión decidió tomar un curso de cine en su natal Australia, y ocho años después se embarcó con 400 mil dólares australianos para hacer la ópera prima por la que es mundialmente conocido: el director George Miller daría vida a Max Rockatansky –interpretado por Mel Gibson– para circular en el asfalto cinematográfico de culto.

Con tintes post-apocalípticos y distópicos, Miller decidió enfocar su ficción en un futuro donde las grandes urbes han caído y todo se rige por el poder de la escasez de petróleo. El cineasta se inspiró en la crisis petrolera de 1973 que sufrieron los países arábigos. 

Mel Gibson obtuvo el rol protagónico siendo prácticamente un desconocido para la industria y sin la intención de quedar en el reparto, ya que el solo acompañó a un amigo a la audición. 

“Mad Max” se volvió un éxito de inmediato en la taquilla, recaudando alrededor de 100 millones de dólares (mdd) internacionalmente. Durante 20 años mantuvo el récord de ser la producción independiente de más bajo costo en obtener la mayor ganancia a la proporción de su presupuesto, “El proyecto de la bruja de Blair” (1999) le desbancó de esta marca.

El fenómeno arrojó dos películas más: “Mad Max 2” de 1981 y “Mad Max más allá de la cúpula de trueno” en 1985, donde Gibson siguió a la cabeza del estelar.

Miller intentó concebir una cuarta parte durante casi 25 años, inclusive teniendo a Gibson en la mira, pero la producción entró en un “Development hell”, término acuñado en Hollywood para aquellas películas que no logran salir a flote de la pre-producción.

En 2003 el “guerrero de la carretera” estuvo a punto de pisar a fondo el acelerador de nuevo en los desiertos de Namibia, pero la producción se canceló debido a restricciones de seguridad implementadas por Estados Unidos, aunado al estallido de la Guerra de Irak, y la cinta se perdió una vez más.

Un lustro después se calentaron los motores para volver al set de filmación, George Miller volvía al timonel, pero sin Gibson. El histrión británico Tom Hardy fue el elegido para portar las ropas de Mad Max.

Con un presupuesto de 150 mdd –superando por mucho el de sus tres previas entregas juntas– casi cinco meses de filmación y 30 años después llega al fin el 15 de mayo la tan esperada y postergada “Mad Max: Furia en el camino”.

Hardy declaró a Esquire en marzo que encarnará a Max en tres películas más aparte de la que está por estrenarse. Miller ha dicho que la cinta tiene un 80 por ciento de efectos realizados en set, manteniendo en cierta manera la tecnología computacional a raya.

A 30 años de su última película ¿será capaz de revivirse esta franquicia con las nuevas generaciones? ¿Los fanáticos abrazarán a Tom Hardy o preferirán a Mel Gibson? ¿Se habrá perdido el sentido independiente ahora con millones invertidos en la producción? 

En una semana sabremos las respuestas de la crítica y los cinéfilos que ya se encuentran en sus marcas y listos para revolucionar su mente a cientos de kilómetros por hora con la furia en el camino de Max.

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