A la letra, el viejo tango gime que aquel que no afana es un gil. Pero habrá que entender que han hecho esos dos personajes para amasar enormes fortunas, con el desabrido sueldo de servidores públicos. Hay quien no entiende por qué tras almacenar el dinero por kilo en grandes arcas, aun acuden a oficinas a diario dizque a trabajar. Los gastos -que en ambos casos son muchos- no encontrarían explicación si no ocuparan algún puesto.
Al más elemental fiscalizador las cuentas no le cuadrarían, sumando y hasta multiplicando los salarios percibidos por ellos como servidores públicos. Ninguno heredó, ni se sacó otra lotería que la de gozar del más amplio de los fueros, el de pertenecer a la casta tecnocrática, que no explica, ni rinde cuentas. No es el fuero, ni los supuestos secretos callados, lo que ha impedido que la población conozca lo que hay detrás de los caudales amasados por los giles.
A Roberto Gil le preocupa que los quieran acosar como perros y a la gente más bien le interesa saber cómo alcanzó la desahogada posición que le permite contraer nupcias de manera apoteósica, al tiempo de firmar un jugoso arreglo con su ex mujer, pero más que eso, el saber cuál fue su participación en el tenebroso asunto de la tesorería perdida del SME, en el que siguen faltando casi 100 millones de pesos, los cuales su protegido Alejandro Muñoz, aunque lo soltaran a telefonazos no pudo explicar, dejando rastro hasta el cobro de billetes de depósito y un desenlace en efectivo.
Los perros acorralados no se encuentran en condición de negociar una de las presidencias claves en el Senado, ni tampoco cuentan con la inmerecida amistad de Edgar Elías que anda en pos de nueva chamba, ni se les confiere admisión al grupo multi-partido que encabeza su paisano Valls. Bueno, para que ir más lejos, tampoco pueden conseguir -sin gastar centavo alguno- reportajes en la que comparen su labor con la trayectoria de Bosé.
¿Será que Gamboa lo acorraló, permitiendo que se lleve a lo oscurito a todo aspirante a crecer en el Poder Judicial Federal? ¿Será alguna fórmula de expiación que le permite leer la cartilla a los aspirantes a magistrados en el Tribunal de Justicia Fiscal y Administrativa?
Responden al llamado azul la mayoría de los ministros de la SCJN y él tiene y ejerce un omnímodo poder sobre los juzgadores de éste país, acudiendo a prácticas que no se veían ni en tiempos de Atanasio González. Pero aun así se siente acorralado. Posiblemente la conciencia lo atormenta.
La verdad es que no dará cuenta de su fortuna, aunque muchos hagan la suma del total de sus percepciones públicas. Es más fácil entender la matemática de Oceanografía que la de su inescrutable situación patrimonial. Las más extrañas circunvalaciones dio su trayectoria política en puestos de segundo o tercer nivel, pero aun así los medios amigos del efectivo, le buscan el buen ángulo.
Sin denuncias, ni procesos, habla de un acoso imaginario. Tan cerca del aliento del oscuro michoacano, quizá algún delirio pescó.