El subejercicio tiene más de cuatro años campeando en el presupuesto, ante el silencio o desconocimiento de los legisladores. Las atribuciones constitucionales cayeron en desuso, ante la falta de capacidad técnica para ejercerlas, tal y como sucedió en lo referente a los nombramientos en el Senado de la República.
Ahora, después de la catarsis reformista, con una avalancha de buenas intenciones, vienen los tiempos de definición interna en los partidos de oposición, y con ello, la crudeza de la política.
El problema, quedará claro, no era la educación, sino la burocracia educativa, no eran los monopolios, sino los funcionarios que dan y quitan haciendo nuevos imperios, pero aún así se sigue pensando que la ley es el mal primigenio y no la falta de observancia.
Lozano y Cordero ya consideran que sus posiciones les brindan canicas para seguir jugando al toma y daca, donde los mexicanos son los que todo ponen. Molinar ha erigido el monumento a la impunidad que se levanta más allá de la Estela de Luz y de la propia Torre Mayor.
Lamentablemente, en el tema donde sí se requería cirugía mayor, en el tema de la corrupción, que es madre la simulación y del “no pasa nada”, ahí no hay acuerdos, no hay festejos y mucho menos, reformas. Los intereses han acabado con la más estructural de las reformas. Ya aparecieron las verdaderas prioridades, como cambiar las reglas del juego en materia electoral, para evitar que la ciudadanía cobre terreno en perjuicio de la partidocracia que goza de cabal salud.
Doce años de abusos, peculado, de crimen tolerado y negociado, de perdida efectiva la de soberanía, del empobrecimiento de la mitad de la población, sin que personaje alguno haya sido procesado y menos sentenciado. La negligencia, el desorden generalizado y el latrocinio de estado, han comenzado a construir el camino hacia el olvido, con un ex capo refugiado en una universidad del exterior.
La regla en México se ha cambiado, el crimen sí paga. Obtener un lugar en una lista de plurinominales es el boleto a la inmunidad de la inmundicia.
Los que aún tocamos el suelo desbordante del lodo sanguinolento que dejara Calderón, sabemos que en los eventos y ceremonias protocolarias no empieza el renacimiento del país.
Vivimos una emergencia presupuestaria, en la que el sector público, marcha del motor del aparato productivo, patina sin que arranquemos. El hoyo negro creado por Meade y Cordero sigue abierto, urge cerrarlo y castigar a los culpables.
Pero, si realmente hay diferencias entre partidos, lo sabremos hasta que el PRI llegue.