“Yo he preferido hablar de cosas imposibles / Porque de lo posible se sabe demasiado…” Así canta Silvio Rodríguez en una estrofa de su canción “Resumen de Noticias”, y la traigo a cuento porque en esta columna Bar Emprende me gusta hablar de cosas extraordinarias, que para muchos suenan imposibles, pero que se hacen realidad, gracias a la “locura”, visión y pasión de personas que, lejos de quejarse, se enfocan en el “cómo sí”.
Se trata de plantear sueños grandes, que inspiren a muchos, atraigan y sumen a más personas en un objetivo común. “La búsqueda persistente de metas inalcanzables puede conducir a logros más altos”, dice Haiyang Yang, en un artículo para Harvard Business Review.
Como un ejemplo les cuento del proyecto Misión Colibrí, nacido en la Universidad Panamericana, para llevar al espacio un nanosatélite hecho en México que logre, entre otros objetivos, detectar la basura espacial y ayudar a mitigarla.
Con este gran sueño, Misión Colibrí ya logró atraer el apoyo del MIT, de la NASA, de la Agencia Espacial Mexicana y de muchas otras empresas e instituciones.
“Cuando pones la barra alta para ti mismo te juntas con gente que se pone esa misma barra de excelencia”, dice Carlos Laguna, director del proyecto, que entre alumnos, ex-alumnos, profesores, investigadores y empresarios, ya cuenta con más de 100 colaboradores.
En 2017 la UP firmó un convenio de colaboración con el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), convirtiéndose en parte del programa de iniciativas internacionales de esa institución, del cual nació Misión Colibrí.
La identidad mexicana del proyecto se reflejó en su nombre. Inspirados en la leyenda maya del colibrí, un ave pequeña con una gran fuerza que puede transportar los sueños de los humanos alrededor del planeta. “Nos pareció una analogía interesante que aterriza con el nanosatélite,” dice Daniela, coordinadora de comunicación de la misión.
Se tiene planeado lanzar el nanosatélite en dos años. Para finales de 2021, comenzará la construcción, se harán pruebas por un año y un año más para hacer la integración y, finalmente, el lanzamiento a la órbita terrestre.
La misión ha implicado varios desafíos: hay que conjuntar especialidades diversas; se deben recaudar fondos de millones de dólares para llevar a cabo el proyecto, además, es complejo liderar y “ponerse de acuerdo con 100 personas distintas, de diferentes sectores, de diversas edades.”, dice Carlos.
Y, por supuesto, siempre está el miedo al fracaso. Aunque el propio Carlos reconoce este miedo, tiene claro que es un factor que no puede detenerlos. “Hay que liberarse del miedo a fallar, al qué van a decir y enfrentarlo porque siempre va a estar ahí.”
Incluso aclara: “Si no llegáramos a lanzarlo, sé que habrá un desarrollo y un aprendizaje invaluables para todos los involucrados”.
Así la lección es que no dejen de soñar en grande y de tener metas imposibles, pero nunca olviden tampoco, como dice Haiyang Yang en HBR, que “lo más valioso de los objetivos inalcanzables no es realmente el destino, sino el viaje.”
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Genaro Mejía es periodista de negocios con más de 20 años de experiencia y LinkedIn Top Voices. Es fundador de BAR EMPRENDE.