Coraza de saliva
El FMI ha dedicado -desde los 70- mucho tiempo, dinero y esfuerzo a nuestro país. Fue el obsoleto organismo, el que impulsando la llegada de financieros que acataran sus designios, ocasionó el caos que hemos vivido los últimos 40 años. Aquí experimentamos cuanta ocurrencia se diseñaba por economistas de medio pelo, que no se acomodaban en sus países y que se convertían en burócratas internacionales.
Gabriel Reyes OronaEl FMI ha dedicado -desde los 70- mucho tiempo, dinero y esfuerzo a nuestro país. Fue el obsoleto organismo, el que impulsando la llegada de financieros que acataran sus designios, ocasionó el caos que hemos vivido los últimos 40 años. Aquí experimentamos cuanta ocurrencia se diseñaba por economistas de medio pelo, que no se acomodaban en sus países y que se convertían en burócratas internacionales.
Las crisis recurrentes fueron obra de financiamientos impagables y de las recetas de desincorporación bancaria que nos impusieron como parte de los paquetes. Todos los apoyos –curiosamente- paliaban los resultados de las recomendaciones fallidas, impuestas mediante cartas de intención.
Siendo, con los países mencionados, ejemplo de sumisión y obediencia, no queda otra más que decir que la solución filosofal es acatar lo que dice el agonizante organismo, creado por los ganadores de la Segunda Guerra.
Tanto el FMI, como los países que impusieron su voluntad en Bretton Woods, hoy pagan las consecuencias de la indisciplina y de la falta de seriedad técnica. Los platos rotos son producto de los excesos de los países otrora ganadores y de un modelo económico basado en la especulación y el endeudamiento eterno.
Claro que van a decir que México se encuentra sólido, de lo contrario, habría que reconocer que falta dinero en las arcas del Fondo, para atender ese y otros desbalances que por el momento se ocultarán debajo del tapete.
También tendrían que quitar la escalera a la banca española, que vive del absurdo diferencial de tasas que sólo los mexicanos son capaces de pagar.
Por supuesto, durante el 2009, mientras Carstens autorizaba la salida de miles de millones de dólares para rescatar a la banca del vecino país, no iban a decir que las finanzas públicas se mantuvieron con los excedentes petroleros causados por una brutal explotación petrolera que dejará sin proyecto a futuras generaciones. No, inventaron otro mito genial como los pagarés del FOBAPROA.
Un pasivo contingente por más de 70 mil millones de dólares que tienen tanto respaldo, como en su momento lo tuvieron los pagarés de Zedillo, es sólo un espérame tantito, como lo fue el rescate de los 90.
Todo el sistema financiero, empezando por el sector monetario, hace años hizo crisis, sin que se atrevan a convocar a una nueva conferencia monetaria, dada la delicada salud de los que ahora formalmente dominan. De hacerlo, China, Alemania y Rusia tomarían las riendas del fondo, y con ello, de las áreas de oportunidad para crecer.
Ya no irían a estudiar a Chicago, ni a Harvard, sino al Viejo Mundo. Los banqueros de inversión de Nueva York tendrían que dejar de enseñar al Tercer Mundo cómo entregar las riquezas naturales a los países desarrollados, a cambio de préstamos impagables.
Los banqueros y los empresarios de verdad, tienen que seguir viendo el traje del emperador que constituye este pasivo contingente con el FMI, de lo contrario el nivel de deuda sería irresponsable.
Fueron los ingresos petroleros para 40 años, que se gastaron en tan sólo ocho, lo que genera una apariencia de estabilidad, que no fue sino estancamiento.
Lástima que Carstens arranca la nueva administración con un financiamiento que viola la constitución y las leyes en la materia. La Ley de Ingresos aún no se aprueba.