Contacto en Singapur
Ya no es alguna ciudad sureña de los Estados Unidos, ni tampoco alguna recóndita isla del caribe. Ahora los fondos y caudales de los políticos que amasan fortunas deben ser buscados en Singapur, particularmente aquellos que se formaron durante la gestión del oscuro michoacano.
Gabriel Reyes OronaYa no es alguna ciudad sureña de los Estados Unidos, ni tampoco alguna recóndita isla del caribe. Ahora los fondos y caudales de los políticos que amasan fortunas deben ser buscados en Singapur, particularmente aquellos que se formaron durante la gestión del oscuro michoacano.
El truco salta a la vista, se busca a algún agente financiero que reciba depósitos con gran flexibilidad, sí, uno que conozca el régimen tributario nacido de la inventiva de Gil Díaz. Después se solicita un préstamo o financiamiento que se traduzca en compras efectuadas por dicho agente a cuenta del deudor, pero sin revelar el nombre de éste. El préstamo está totalmente garantizado por el depósito, el cual a su debido tiempo se aplicará al pago del financiamiento, quedando la inversión a favor del secreto acreditado.
El resultado de la receta es una ola intempestiva de inversiones procedentes de aquel remoto país, a nombre de empresas que nada dicen a nuestros fiscalizadores, pero que mucho hablan de retorno de capitales. Las golondrinas salieron ante una CNBV que estaba emparentada con los residentes de los Pinos y que veía, oía, pero callaba, a la buena o a la mala. Con el cambio de gobierno regresan y anidan en negocios que surgieron o crecieron durante la gestión albiceleste, mientras los ingenuos expertos hacendarios siguen buscando en Suiza o en Gran Caimán.
No extraña que Meade y muchos otros funcionarios y ex funcionarios, se den sus escapadas a la nueva meca de las cuentas secretas que atesoran fortunas nacidas de la mano de la gestión pública. Proméxico y sus inescrutables embajadores de firma fácil, los comisionistas habilitados y otras figuras exóticas creadas bajo el mando de Cordero, encuentran cobijo en lejanas tierras.
El canciller que recientemente nos visita sabe que es un lucrativo negocio para aquél país, ya que el ahorro interno que nos falta, gusta de encontrar nuevas rutas y discreto manejo. No somos parte de una agenda latinoamericana, ni vino al tianguis turístico, México en efecto se ha hermanado con aquel país, ante la novel trayectoria de los analistas del origen real y efectivo de las inversiones que de la nada se volvieron frenéticas visitas en el sector energético y financiero. Nada lejanas de Oro Negro y de los funcionarios empresarios que nos empujaron los panistas.
La economía mexicana, que sustenta un desmedido crecimiento de deuda pública basado en una inflada reserva de activos internacionales, ofrece colateral ajeno al objetivo legal, brindando aliento a los acreedores volátiles ávidos de altas tasas. Pero su lento y mediocre crecimiento no explica la súbita llegada de inversiones de un remitente concentrado.
Meade nuevamente aparece como negro viento del pasado, armando y articulando los esquemas desarrollados por Bruno Ferrari.
Ahora cabe preguntar quién revisa que detrás de “fondos” y mandatarios no se encuentren mexicanos desleales invirtiendo en los negocios y empresas que inventaron o fomentaron de manera indebida desde alguna oficina pública.