Pasadas las elecciones de 5 de junio, ya conocidos los resultados, es evidente que, para las oposiciones, queda mucho trabajo por realizar.
También será del mayor beneficio, la promoción de una profunda introspección ciudadana, que permita valorar beneficios y daños colectivos, por el impacto de los resultados electorales, mas allá del valor que representa para los diversos intereses políticos en juego.
Vale considerar también que los niveles de abstención electoral en los estados fueron superiores al 50 porciento. Es claro que, no hacer, también tienen impacto. Como sabemos, no hay espacios vacíos. La abstención también aporta, en una dirección o en otra. Invariablemente genera consecuencias.
Los caminos a seguir en el terreno postelectoral son múltiples.
Por un lado, aplacar los egos hinchados, por otro, cesar las justificaciones y sobre todo, si no es mucho pedir, aprender de las lecciones.
Los rostros de los nuevos protagonistas que se levantaron con legítimos triunfos electorales son distintos a los rostros de los gobernadores que entregaron soterradamente el poder a morena a cambio de recompensas personales, diplomáticas o de cualquier otro tipo. Hidalgo, Oaxaca y Quintana Roo, antes Sonora y Sinaloa, todos son claros ejemplos del elogio de la traición contemporánea.
Son estos tiempos de réquiem por la memoria de los valores de lealtad y disciplina que dieron soporte al PRI por décadas.
Vivimos una nueva correlación de fuerzas locales, un proceso intenso de remasterización de la política, con intención de limpiarle la cara, aún cuando sea con trapos sucios.
Las cifras ahí están y aquellas que no son claras, llegarán a los tribunales. Por cierto, magistral trabajo del INE, así como de los ciudadanos que aceptaron ser integrantes de las casillas receptoras de votos.
Mas adelante, será oportuno analizar el conjunto de elementos que contribuyeron a los resultados electorales revelados el pasado domingo 5 de junio, tales como;
El liderazgo y poderosa narrativa del presidente.
La carencia de una narrativa opositora
El Involucramiento directo o indirecto de priistas de primer nivel en apoyo a candidatos de morena.
La ausencia de liderazgo priista y convicción en el triunfo.
La carga de un ecosistema de información contaminado, que infecta y debilita la moral opositora.
Desde los resultados electorales del 2000 cuando el presidente Fox llegó a la presidencia, se dijo que el PRI había tocado fondo. En términos pragmáticos, tocar el fondo supone piso firme para tomar un nuevo impulso hacia la superficie. El momento de recuperación llegó el primero de diciembre del 2012, para el final de ese sexenio, de nueva cuenta, la oportunidad se perdió. A la fecha ya no hay fondo que tocar, solo humo que el viento ha de dispersar.
Claramente se ha escrito por mucho tiempo, que las derrotas son huérfanas. A las victimas solo les queda el recurso de encontrar culpables para limpiar sus proporcionales remordimientos.
También la historia ha mostrado que, bajo los efectos de una derrota, el desordenado retiro de fuerzas y la dispersión, provocan persecución y muchas bajas.
La mejor conseja será:
No rendirse.
Urgente reagrupamiento de fuerzas.
Fortalecimiento de las estructuras disponibles.
Definición clara de estrategias, narrativa y propuestas inteligentes. Confirmación de alianzas y aliancistas.
Alinear estrategia de comunicación entre aliancistas.
No demorar decisiones estratégicas
Ahora mismo el tiempo es insuficiente, desperdiciarlo es a los aliancistas, lo que al enfermo perder sangre.
Blindar la coalición de intereses contrarios a su efectividad
Higiene mental. Quitar prejuicios de encima.
Proteger ánimo y confianza de aliancistas de los efectos contaminantes de la propaganda negativa.
Provocar disposición para comprender y aceptar que quien encabece la alianza para el 2023, no es quién privilegie algún interés partidista o personal, sino aquel que garantice el triunfo, con liderazgo, determinación, ánimo, carácter, experiencia, inclusión y recursos.
Es tiempo para robustecer alianzas.
Ésta contienda será la madre de todas las batallas para mexiquenses y mexicanos.
Por tanto, vigorizar aliancistas y militantes es fundamental.
Ensanchar las posibilidades de la alianza con nuevos integrantes. Asimilar la convicción de que solamente en coalición se puede ganar.
No hay tiempo que desperdiciar rumiando derrotas.
Es tiempo para la reprogramación mental y espiritual.
Cambiar el semiconductor que contamina, por el chip del ánimo y la certeza en el triunfo, indispensables para el empoderamiento de los involucrados.
Es momento para despojarse de todo interés personal, privilegiar el beneficio colectivo, asegurar el Estado de México, y lo mas importante de todo; TENER MAS GANAS DE GANAR, QUE MIEDO DE PERDER.