¿Cómo se dice?

Cuando éramos niños, nuestros padres nos enseñaron dos palabras mágicas: “Por favor” y “gracias”. Estas palabras eran y son una forma de mostrar que tenemos educación. 

Todavía me acuerdo de la típica frase de una mamá diciéndole a su hijo cuando recibía un regalo: “¿Cómo se dice?”.

La palabra “Gracias” tiene un poder y profundidad inimaginables. Traspasa todas las barreras culturales, geográficas y religiosas; es reconocida y aceptada por todos. Si sabemos aplicarla constantemente en nuestra vida, puede traernos enormes beneficios en todos los aspectos.

Annette Manautou Annette Manautou Publicado el
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Cuando éramos niños, nuestros padres nos enseñaron dos palabras mágicas: “Por favor” y “gracias”. Estas palabras eran y son una forma de mostrar que tenemos educación. 

Todavía me acuerdo de la típica frase de una mamá diciéndole a su hijo cuando recibía un regalo: “¿Cómo se dice?”.

La palabra “Gracias” tiene un poder y profundidad inimaginables. Traspasa todas las barreras culturales, geográficas y religiosas; es reconocida y aceptada por todos. Si sabemos aplicarla constantemente en nuestra vida, puede traernos enormes beneficios en todos los aspectos.

Al decir “Gracias” aseguramos que las puertas se vuelvan a abrir, que el favor recibido pueda ser repetido. Cuando la decimos estamos reconociendo el trabajo, la ayuda y la importancia que pueda tener lo que otra persona hace por nosotros. 

El poder del agradecimiento favorece tanto al que lo entrega como al que lo recibe teniendo un valor indescriptible.

Estar agradecido puede mejorar nuestras relaciones, nuestro bienestar y atraer más bendiciones a nuestra vida.

“Cuando agradeces, incitas a que la persona siga haciendo el bien, incluso puede sentir que ha hecho una diferencia en el mundo y es más propensa a hacer lo mismo por otras personas”, dijo Miguel Corrales.

Al decir “Gracias” aumentamos nuestro crecimiento espiritual y personal, además nuestra energía se expande, causando un sentimiento de eternidad con una conciencia de liberación. Sentirán cómo todo su cuerpo se revitaliza, cada célula tendrá la satisfacción de saber que el bien ha sido reconocido y agradecido. 

El Universo nos da lo que pedimos y más y a pesar de eso somos más dados a pedir que a agradecer. 

¿Cuántas veces te has topado con personas mal agradecidas a las que les das y les das y el día que no lo haces se molestan y actúan como si jamás hubieras hecho nada por ellas?

Trata de no gancharte con la situación, al fin y al cabo todo lo que das se te regresa multiplicado. Al pedir estamos enviando al universo un mensaje de carencia porque se refuerza la idea de que algo te falta, esto provoca que se atraiga más de lo mismo (carencia), por eso se recomienda dar gracias por adelantado. 

Cuando lo haces, das por hecho que ya lo tienes y así, es más fácil atraerlo.

“Gracias” es definitivamente una palabra corta pero con tanto poder que si nos enfocamos en ella la vida nos puede cambiar. 

Cuando te des la oportunidad de agradecer por lo que tienes en vez de pensar en lo que no tienes, las cosas cambian y los caminos se abren; empieza a llegar a tu vida más de lo que pudieras haber aspirado, y no necesariamente en lo material, eso puede pasar a segundo plano. 

La Kabbalah sostiene que no se necesita poner mucho de nuestra parte para agradecer a quienes nos ayudan o hacen nuestros días un poco más brillantes. Pero, ¿qué pasa con las personas que nos retan o nos invitan a ver nuestros defectos? 

No es fácil ver los retos como bendiciones ni agradecer a quien señala nuestras fallas. 

Normalmente culpamos a los demás por hacer difícil nuestra vida o por bloquearnos el camino para lograr nuestras metas, sin embargo, quienes nos retan, también merecen nuestra gratitud. Tal vez te preguntes: ¿Cómo es posible agradecer a quien me hace sufrir? Pero ellos son nuestros más grandes maestros por forzarnos a crecer a través de la superación de un problema o de un defecto. 

Aquellos que nos ayudan a tomar conciencia son canales de Luz, es difícil creerlo pero así es. Si olvidamos mostrarles nuestra gratitud, estamos cortando nuestra conexión con la fuente de más bendiciones.

Hoy, aquí y ahora mismo, haz un recuento de todas las bendiciones que has recibido a la largo de tu vida y de las que ahora mismo tienes, es algo que damos por un hecho, creemos que lo merecemos y no nos damos cuenta de que en realidad son un regalo.  

Aprende a poner tu atención en cada regalo y deja de enfocarte en tus carencias. Agradece y sin importar lo que esté ocurriendo puedes lograr tus sueños y ser pleno. Todos podemos aprender a controlar nuestros pensamientos y reconocer que solo viviremos el producto de nuestras decisiones. ¿Qué prefieres? ¿Pensar en lo que recibes para agradecerlo o en lo que crees que te falta?

Nunca es tarde para decir gracias, William Ward dijo que “sentir gratitud y no expresarla es como envolver un regalo y no darlo”.

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