¿Cómo evaluar a un maestro?
Juan y Luis son hermanos, nacieron en el mismo pueblo de la sierra de Guerrero, estudiaron, aunque en salones distintos, de la Primaria Federal Benito Juárez. Después de 30 años, mientras Luis tiene un trabajo que le permite vivir bien y mantener a su familia, Juan no da pie con bola, ha visitado la cárcel en dos ocasiones y no tiene trabajo. Mismo pueblo, misma época, mismos padres, misma sangre, distintos maestros.
Pablo Mier y TeránJuan y Luis son hermanos, nacieron en el mismo pueblo de la sierra de Guerrero, estudiaron, aunque en salones distintos, de la Primaria Federal Benito Juárez. Después de 30 años, mientras Luis tiene un trabajo que le permite vivir bien y mantener a su familia, Juan no da pie con bola, ha visitado la cárcel en dos ocasiones y no tiene trabajo. Mismo pueblo, misma época, mismos padres, misma sangre, distintos maestros.
La Reforma Educativa propuesta por Enrique Peña ha sido bien recibida por todos. Recuperar la rectoría del Estado en materia educativa es un acierto. Contar con una Reforma Constitucional para que el sindicato ya no intervenga como lo hace en la asignación de plazas es un sueño.
Se trata de reformar al Artículo tercero constitucional que incluye regular el ingreso, promoción y permanencia de los maestros y la autonomía constitucional del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación. Todo para poner fin a la venta y herencia de las plazas magisteriales.
La diferencia entre un buen y un mal maestro es a veces la diferencia entre Luis y Juan, entre tener y no tener, entre ser y no ser o ser muy poco.
En nuestro país todos los días van a las 248 mil escuelas públicas, aproximadamente 33 millones de alumnos a ponerse en manos de más de 1.5 millones de maestros. El resultado está a la vista: bajo o nulo crecimiento económico, exceso de violencia, pobreza, hambre, corrupción, pérdida de competitividad…
Cuando en un país en año electoral el nombre más buscado en google relacionado con elecciones es el de la edecán que paso las boletas en el debate televisivo, algo no está bien en sus niveles educativos.
Cuando en un país el 67 por ciento por ciento de los directores de escuelas reporta faltas de maestros y tiene el primer lugar de ausentismo, algo no está bien. La escuela, como decía Cantinflas en su película El Profe, no son las aulas, son los maestros, y estos son los que –honrosas excepciones- hacen falta en este país.
Contar con un instituto de evaluación Educativa autónomo que mida y recompense su capacitación y desempeño es tarea urgente si se quiere elevar el nivel educativo de un país que se nos cae de las manos, aun teniendo materia primera de primera calidad. El proyecto de Reforma Educativa es una invitación urgente a todos los profesores para decirles que México entero los mira con respeto y deposita en ellos lo mejor que tiene, su infancia, sus hijos para que los ayuden a tener ideas y coraje para triunfar en la vida. Pero ¿cómo vamos a evaluar a los profesores?
Primero, saber si saben; segundo, saber si saben enseñar lo que dicen saber, pero también si son –por aquello de la educación por contagio- lo que deben ser como personas.
El México de hoy necesita algo más que docentes que sepan su materia y sepan enseñarla, requiere personas que sepan transmitir lo que son porque la honestidad, responsabilidad, constancia y esfuerzo no se aprenden en el libo, son virtudes que se contagian.
En Educación, enseñar, después del buen ejemplo, es lo más importante.
Medir y recompensar justamente es importante y quizá el mejor camino o el único para rescatar la mística del maestro de la que tanto habló Mario Moreno en su película El Profe: “la vida del maestro es un rosario de sacrificios y sobresaltos… por que tiene el sagrado deber de terminar con la ignorancia que es la madre de todos los vicios”.
Confiamos en la buena política para sacar adelante la urgente reforma y en la creatividad para medir correctamente el trabajo magisterial en México.