No deja de ser una burla para los mexicanos que los calderonistas Ernesto Cordero y Roberto Gil, sean quienes exijan hoy la desaparición de poderes en el estado de Michoacán por los atentados terroristas ocurridos el fin de semana.
Solo hay que recordar que desde que el exgobernador perredista Lázaro Cárdenas Battel se declaró incapaz de garantizar la paz de Michoacán, endosándole esa responsabilidad a Felipe Calderón, los michoacanos nunca volvieron a tener tranquilidad.
Y si es cierto, como lo es, que Felipe Calderón no pudo o no quiso derrotar a la delincuencia organizada en Michoacán, ¿con qué cara este par de personajes que fueron senadores plurinominales, por un dedazo de Felipe Calderón, vienen a exigir hoy la desaparición de poderes en Michoacán?
Débil respuesta
Fue muy pobre la reacción del gobierno federal ante la gravedad de los hechos ocurridos el fin de semana en Michoacán.
Lo mínimo que se podría haber esperado habría sido por lo menos una “firme” declaración del secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong.
Y no, una lacónica conferencia de prensa como la que dio ayer el subsecretario de gobernación Eduardo Sánchez Hernández, acompañado de los segundos mandos del gabinete de seguridad.
Lo que en esencia informó Sánchez Hernández fue que en el gobierno no tienen la menor idea quiénes son los responsables, y que habían detenido a un par de muchachos de 25 años.
Lo único que quedó claro de ese mensaje fue que el gobierno de Enrique Peña, siguiendo la política del avestruz, pretende minimizar la gravedad de los hechos.
Muchos frentes
Como si el Gobierno Federal no tuviera suficientes problemas con los actos terroristas y las manifestaciones permanentes del sector magisterial, todo apunta a que también está decidido a enfrentarse a la iniciativa privada como lo hizo Luis Echeverría en los años 70.
Alianza natural
Si con la firma del Pacto los perredistas soñaron que algún día se podrían congraciar con la iniciativa privada, lo cierto es que hoy, con sus “aportaciones” a la reforma fiscal, dinamitaron la posibilidad de tener las simpatías del sector empresarial.
Está claro que el PRD va que vuela para volver a ser un partido satelital del PRI, como lo era el Partido Popular Socialista (PPS) cuando lo dirigió Jorge Cruickshank.