Cielo abierto
El pasado domingo 9 de septiembre en el Auditorio Nacional, corazón de las vivencias de México, se abrió el Cielo y el corazón de miles de mexicanos. Lo que vimos fue impactante, pero más impactante aún lo que no vimos. Bocanadas de oxígeno en un mundo asfixiado por consumismo.
Cielo Abierto es una organización en la que participan fundamentalmente personas e instituciones de la Sociedad Civil empeñadas en abrir las puertas del cielo en esta vida para gozar, aunque sea por momentos, de sus beneficios.
Pablo Mier y TeránEl pasado domingo 9 de septiembre en el Auditorio Nacional, corazón de las vivencias de México, se abrió el Cielo y el corazón de miles de mexicanos. Lo que vimos fue impactante, pero más impactante aún lo que no vimos. Bocanadas de oxígeno en un mundo asfixiado por consumismo.
Cielo Abierto es una organización en la que participan fundamentalmente personas e instituciones de la Sociedad Civil empeñadas en abrir las puertas del cielo en esta vida para gozar, aunque sea por momentos, de sus beneficios.
Celinés de los Ángeles Díaz Rodríguez es una de las participantes que junto con Chavo Guerrero, Grupo Emanuel y otros dan vida al espectáculo y hacen realidad aquello que narra el libro 1ero de los Reyes: “cuando los hijos de Dios alababan en el templo, con todo tipo de instrumentos musicales, poniendo su corazón, su alma, con toda su fuerza, alabando, adorando al Señor, entonces la nube de Gloria bajaba en el lugar y todo se llenaba de su presencia”.
Celinés nació en la ciudad de Santo Domingo, el 31 de diciembre de 1982.
Desde muy temprana edad comenzó a mostrar su inclinación por la música y con tan solo 10 años de edad compuso su primera canción. A finales del año 2001 firmó un contrato discográfico con la BMG US Latín, y realizan la grabación de su primer álbum como cantautora titulado “Seliné”.
Sin embargo, a pesar de alcanzar su “gran sueño”, lejos de sentirse plena, Celinés empezó a sentir en su vida un gran vacío y fue entonces cuando tuvo un encuentro espiritual con Jesús que marcó su vida. A partir de ese momento decidió consagrar su música y su voz a ese Dios del cual se enamoró. Sintió en su corazón un fuerte llamado a evangelizar y llevar ese mensaje de fe y esperanza, del cual ya era testigo.
Fueron dos eventos llenos a reventar en los que la música y los cantos llenando el espacio y después de más de una hora –literal- el cielo comenzó a abrirse, las caras y los corazones de los asistentes se conectaban en verdad con Dios y comenzaron a fluir las lágrimas, las sonrisas, las conversiones.
En el auditorio, olor a intimidad, el Cielo y los corazones se abrían…, miles de almas, miles de historias. A mi lado estaba un anciano al que las huellas del tiempo y de un evidente trabajo rudo marcaban como hosco y huraño, cuyo rostro cambió y se bañó en lágrimas, su boca, cobijada por un bigote cano, repetía no se qué cosas que llenaban de paz su semblante.
En los rostros quedaban atrás las huellas del México que no camina bien, del México violento y pobre que lastima, del México de la mentira y el engaño, la traición y la conveniencia. El lenguaje era de entrega y optimismo, de fuerza y convicción.
El cielo se abrió y bajó su Rey, el Rey de los cielos se hizo presente y 40 mil rodillas en el suelo lo adoraron. Privó la filosofía del dar sobre la del recibir, la de la vida sobre la de la muerte. Los ángeles volaban.
Yo estuve ahí porque me invitó un amigo, un abogado que viste saco y corbata ,que saca tiempo de su bufete –no sé cómo- para organizar este evento, tan conmovedor, tan distinto, tan necesario, tan innovador.
Gracias Juan Luis, creo que uno de los angelitos que ahí volaba pronto estará contigo, porque se hizo realidad aquello que reza la escritura, “cuando la Gloria de Dios baja sobre nosotros, cuando la Gloria de Dios cae con su peso, vemos los grandes milagros: sanación, liberación, gozo, lágrimas de felicidad, de arrepentimiento… hay restauración, ¡hay un avivamiento grande!