Chile y su ‘audaz’ estrategia de vacunación

Fernando Manzanilla Prieto Fernando Manzanilla Prieto Publicado el
Comparte esta nota

Cuando uno ve las cifras de vacunación alcanzadas en Chile, es muy fácil dejarse seducir. En pocos días ese país ha logrado aplicar una primera dosis de la vacuna anticovid a 3 millones de personas. Al 18 de febrero, Chile reportaba una tasa de vacunación de 16.7 dosis administradas por cada 100 habitantes. En ese momento, a nivel global, sólo era superado por Israel (91.5), Emiratos Árabes Unidos (59.1), Reino Unido (28.1) y Estados Unidos (20.4)

¿Cómo ha logrado Chile esta proeza? ¿Cómo es que un país latinoamericano ha logrado superar al resto del mundo? ¿Cómo es que una economía intermedia se ha convertido en líder mundial en vacunación? Es claro que el éxito de los chilenos no se explica solamente por razones financieras o de capacidad logística para distribuir y aplicar las vacunas a su población. Muchos países superan a Chile en estos aspectos y hasta ahora no han sido tan exitosos y eficaces.

De acuerdo con diversos análisis, hay tres factores clave que explican el éxito de la estrategia chilena de vacunación: el primero tiene que ver con la amplia trayectoria de colaboración científico-técnica entre las universidades chilenas y diversos laboratorios e institutos internacionales de investigación. Esta ventaja competitiva fue clave para que, desde el inicio de la pandemia, la Universidad Católica de Chile y el laboratorio chino Sinovac establecieran un convenio de colaboración y desarrollo recíproco de vacunas contra el COVID-19.

De acuerdo con el director del Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia de esta universidad, Alexis Kalergis, este convenio posibilitó el suministro de dosis a este país en forma prioritaria y preferente. “Este derecho que consiguió la Universidad Católica fue transferido al 100 por ciento al Estado de Chile por medio de un convenio que pone en disposición del Ministerio de Salud un suministro temprano y prioritario para los próximos meses”

El segundo factor clave fue “apostar” por una vacuna que, previsiblemente, tendría menor demanda que las desarrolladas en occidente. Chile decidió arrancar su estrategia con la vacuna CoronaVac, desarrollada precisamente por la empresa china Sinovac, adquiriendo 60 millones de dosis preferenciales. En contraparte, la mayoría de países desarrollados y latinoamericanos, decidió apostar por las vacunas occidentales, a pesar de saber, de antemano, que iba a haber una enorme demanda de estas marcas y, por tanto, problemas de fabricación y oportunidad en la entrega.

Esta estrategia ha sido muy criticada ya que, como se sabe, la vacuna CoronaVac solo ha demostrado tener un 52 por ciento de efectividad. No obstante, la apuesta del gobierno chileno es lograr una rápida inmunización de toda su población con las dos dosis correspondientes de esta vacuna, con el propósito de lograr una cobertura del 80 por ciento de la población en junio y, con ello, detener la circulación “libre” del virus, alcanzando cierta inmunidad de rebaño.

Y aquí es donde tiene sentido el tercer factor clave del éxito de la estrategia: para complementar el esquema de inmunización, Chile negoció con las farmacéuticas occidentales la realización de ensayos clínicos a cambio de dosis. Desde el año pasado, AstraZeneca, Johnson & Johnson, Sinovac y CanSino, realizaron ensayos fase 3 en Chile justo gracias a las relaciones y vínculos internacionales desarrollados desde antes de la pandemia, entre diversas empresas y laboratorios científicos y las universidades chilenas.

Todavía es temprano para asegurar el éxito de la estrategia chilena de vacunación. Pero lo que sí es seguro, es que pasará a la historia como uno de los modelos más audaces de inmunización en medio de esta pandemia.

Síguenos en Google News para estar al día
Salir de la versión móvil