Chango viejo sí aprende maroma nueva

Teniendo como propósito apoyarte a que descubras un mundo donde aún quedan zonas por explorar, te cuento una parábola que ha inspirado a cientos de personas y que te hará reflexionar sobre el poder latente que vive dentro de ti. Les comparto un escrito de Clara Villarreal para poder entender un poco mejor lo importante que es la renovación.

-"¿Actualizarme a mi edad?”  “Pero yo ya tengo 50 años”. “¿Quién piensa en cambiar?" "Chango viejo no aprende maroma nueva". 

Annette Manautou Annette Manautou Publicado el
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Teniendo como propósito apoyarte a que descubras un mundo donde aún quedan zonas por explorar, te cuento una parábola que ha inspirado a cientos de personas y que te hará reflexionar sobre el poder latente que vive dentro de ti. Les comparto un escrito de Clara Villarreal para poder entender un poco mejor lo importante que es la renovación.

-“¿Actualizarme a mi edad?”  “Pero yo ya tengo 50 años”. “¿Quién piensa en cambiar?” “Chango viejo no aprende maroma nueva”. 

Entre las aves; uno de los animales más longevos que existe es el águila. Tiene un promedio de vida de 70 años y para alcanzar esa edad antes tiene que tomar la decisión más importante de su vida: ¿Renovarse o morir? 

Esta es la historia del águila real; animal con sinónimo de poder y belleza para nuestros antepasados. Tiene un pico grande y puntiagudo y posee una gran fuerza en sus garras lo que le permite alzar el vuelo cargando presas mucho más pesadas que ella. 

A pesar de ser un ave rapaz, una vez que llega a sus 40 años de vida, su pico comienza a encorvarse; casi hasta tocar su pecho entorpeciéndole su uso; sus alas carecen de brillo y firmeza y sus garras inútiles y quebradizas pierden el filo y la fuerza que tenían; todas las  piezas fundamentales para cazar a sus presas pierden eficacia en esta etapa de su vida. 

Al reconocer sus limitaciones, ya cansada y sin fuerza, el águila vuela hasta el más alto peñasco y ahí, escondida de cualquier depredador, se confronta con las dos únicas alternativas que la vida le ofrece: la primera es abandonarse, entregarse a su destino y morir; la segunda opción es enfrentarse a un doloroso proceso de renovación. 

Una vez tomada la segunda opción, desde lo alto del peñasco, el águila golpea su pico con fuerza contra las rocas hasta que poco a poco éste empieza a caerse pedazo por pedazo; quedando indefensa ante cualquier peligro. 

Largos días pasarán hasta que el nuevo pico crecerá y con éste arrancará sus plumas y sus garras una a una, sin poder evitar ese gran dolor. 

Después de cinco meses de proceso, el águila se ha renovado. Con su nuevo pico, plumas y garras emprende el vuelo y de nuevo le da la bienvenida a su segunda etapa de vida donde 30 años más de existencia le esperan. “Chango viejo aprendió maroma nueva”.

Quizás las parábolas te puedan sonar trilladas; sin embargo, todas las águilas reales llegan a este momento de su vida y la fuerza de su instinto de sobrevivencia  las lleva a tomar la valentía para enfrentar este duro proceso.

Tarde o temprano al ser humano le llega el difícil momento en el que la vida le exige renovarse, reinventarse, transformarse, pero esa oportunidad no todos la aprovechan. En ocasiones vemos a estas personas dentro de nuestra familia, en eventos o en la calle misma dejándose llevar por el destino hacia un pozo descendente y sin salida,  sin darse cuenta de que ellos tienen el poder de elegir salir de esa espiral de desolación. 

Es triste ver a seres queridos que no saben que están siendo arrastrados lentamente por el día a día sin ganas ni fuerza para despertar de ese sueño deambulante que los tiene atrapados en la rutina. 

Nada de lo que se encuentra fuera de nosotros tiene el poder de cambiar ese destino. Todo se almacena en el interior, tan dentro que solo podemos escucharlo en nuestro propio silencio. Se llama: verdad, sabiduría, amor, plenitud, inocencia, paz, felicidad… La cuestión es tomar un camino, el camino de reencontrarnos con nosotros mismos y llenarnos de nuestra propia y única felicidad. 

Hay momentos en la vida que resguardarnos nos purifica de hábitos o de ideas erróneas; creencias que fueron impuestas o aprendidas. Estos momentos nos llevan a encontrarnos con nosotros mismos y a seguir un nuevo destino y hacia otra dirección. 

Nunca es tarde para operar de manera distinta, para reencontrarnos con viejas amistades o para iniciar el sueño que siempre hemos deseado alcanzar. Los hijos y los nietos son grandes maestros cuando se les observa en silencio. Déjate guiar por ellos si es que te encuentras en un callejón sin salida.

No importa dónde o con quién te encuentres, inicia un día distinto, atrévete a hacer las cosas de manera diferente, cambia esa rutina que te abruma. Hoy experimenta los resultados de ideas distintas:  duerme del otro lado de tu cama, toma un baño con agua fría y con los ojos cerrados, desayuna en la terraza, en el jardín o en la banqueta de tu casa. 

Atrévete a organizar una pijamada con tus hijos, tus nietos o tus sobrinos. Compra un teléfono celular inteligente. Abre tu cuenta de Facebook, de Twitter o de Instagram… ¿Suena divertido?

Hoy te llamaron señor(a) y ante el espejo se reflejaron profundas arrugas que guardan una historia, un secreto. Pues tómate una selfie y comparte esa historia con todo el mundo, comparte lo que una persona como tú es capaz de hacer para renovarse y no dejarse morir. 

Vivir el sacrificio de la renovación, es sagrado. ¡Vale la pena! 

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