En las filas tricolores, desde ya empiezan a preparar el pastel del 2015 y lo que sigue.
El PRI, definitivamente, no aprende y se ha convertido en el animal, si vale llamarle así, que siempre tropieza con la misma piedra (la mentira y la farsa).
Apenas el 29 de marzo su dirigente nacional, César Camacho Quiroz, al arrancar la campaña nacional de afiliación y credencialización, anunció: “vamos a rebasar los 10 millones de priistas”.
¿15 millones? ¿25 millones? ¿Cuántos serán más de 10 millones? preguntamos.
Van los escenarios.
Si el Revolucionario Institucional logra, en “afiliados”, cualquiera de estas dos últimas cifras, no habrá necesidad de realizar elecciones federales, pues esos mismos “militantes” se convertirán en 15 o 25 millones de votos y se darán por descontadas las victorias priistas.
Con estos decires, el PRI busca el regreso al monopartidismo disfrazado de pluripartidismo. Ni duda.
Porque con tal afirmación, Camacho Quiroz nos adelanta que el próximo Instituto Nacional Electoral, INE, solamente se creará para oficializar los triunfos del PRI en cualquier tipo de comicios, porque serán de mero trámite.
Por lo tanto, la búsqueda o selección de los próximos consejeros electorales simplemente es otra comparsa en el sistema político. Para qué tanto salto si César Camacho anunció el retorno del monopartidismo de facto.
Marco Antonio Velásquez, subsecretario de afiliación y registro del PRI, fue más rotundo en este alumbramiento: “Estamos trabajando en la construcción del triunfo en 2015, no vamos a empezar dos o tres meses antes o cuando ya estén los candidatos, desde ahorita estamos conformando una gran estructura de afiliados que se convertirán en activistas para que nos permitan contar con una estructura electoral poderosísima en el país” (Milenio 28 de marzo).
Algunas cifras revelan lo aventuradas que son las afirmaciones de Camacho Quiroz y su tercero, Marco Antonio Velázquez:
En la elección presidencial de 1994, Ernesto Zedillo ganó con el 48.69 por ciento de los votos (17 millones 181 mil 651), de una lista nominal de 45 millones de ciudadanos; en ese año sufragó el 77.16 por ciento; Diego Fernández, tuvo 9 millones 146 mil 841 (25. 92 por ciento) y Cuauhtémoc Cárdenas, logró 5 millones 852 mil 134 votos (16.59 por ciento).
Un sexenio después, año 2000, de la lista nominal de 58 millones de ciudadanos, votó el 63.97 por ciento; Vicente Fox, ganó con el 42.52% de los votos (15 millones 989 mil 636); Francisco Labastida, se quedó con 36.11% (13 millones 579 mil 718); y Cuauhtémoc Cárdenas, del PRD en 16.54% (6 millones 256 mil 780).
Hace ocho años, 2006, con una lista nominal de 71 millones de ciudadanos, en la elección presidencial participó el 58.55 por ciento de votantes; Felipe Calderón se llevó la presidencia con 15 millones 284 sufragios (35.89 por ciento); Andrés Manuel López Obrador, obtuvo 14 millones 756 mil 350, es decir el 35.33 por ciento; y Roberto Madrazo, fue el tercer lugar de esa contienda con 9 millones 301 mil 441 (22.23 por ciento).
Ese animal que tropieza con la misma piedra (PRI), 26 años después de la declaración de Jorge de la Vega Domínguez como presidente priista: “20 millones de votos llevará el PRI a las urnas” para hacer ganar a Carlos Salinas”, repite el yerro con César Camacho.
Por cierto, Salinas de Gortari, en unos comicios bastante controvertidos, llegó a la Presidencia de la República, con la menor cantidad de votos en la historia moderna (9 millones 641 mil 329 o el 50. 36 por ciento de sufragios); contra los 5 millones 956 mil 988 (31.12 por ciento) de Cuauhtémoc Cárdenas; y los 3 millones 267 mil 159 (17.67 por ciento) de Manuel Clouthier.
Camacho Quiroz vuelve a las andadas tricolores en materia de soberbia, vanidad, prepotencia y la promesa o amenaza del regreso de la hegemonía del PRI que en nada benefician a México.
La actual dirigencia priista añora los tiempos del monopolio político, como cuando José López Portillo, en 1976, ganó la primera magistratura con 15 millones 435 mil 321 votos (86.37 por ciento); y su más cercano perseguidor, un PAN sin candidato, obtuvo un millón 380 mil 468 votos (8.60 por ciento).
O cuando Miguel de la Madrid, 1982, gracias al priismo hegemónico obtuvo 16 millones 145 mil 254 sufragios (68.43 por ciento) para llegar a la presidencia; en tanto, por el panista Pablo Emilio Madero, votaron 3 millones 700 mil 45 ciudadanos (15.8 por ciento).
Cerramos con la paradoja: el dirigente nacional priista habló de más de 10 millones de “seguidores” en un acto celebrado en Aguascalientes, estado gobernado por Carlos Lozano, evento en el que la cereza del pastel fue el clásico acarreo.
El PAN y la cuerda en casa del ahorcado
En el discurso de apertura de la Asamblea Nacional del PAN, la dirigente interina, Cecilia Romero, hizo alusión al mecate en la casa del ahorcado y de paso se mordió la lengua.
Porque al pontificar acerca de la honestidad y transparencia, la señora Romero de pronto se introdujo al laberinto del olvido o el no me acuerdo.
De entrada, expresó que en el Partido Acción Nacional no se permitirá que sus militantes (¿y los dirigentes?) se escondan bajo el fuero para tomar dinero púbico.
El excomisionada del Instituto Nacional de Migración en el sexenio del profesor de Harvard, Felipe Calderón, tronó al referirse a los “moches”. Se mostró indignada por la denuncia que hizo el alcalde panista de Celaya, Guanajuato, Ismael Pérez, acerca de las exigencias de comisiones (35 por ciento, que en oferta se bajaron al 20) a cambio de asignaciones presupuestales especialmente para obra pública. En todo el asunto están involucrados diputados panistas y priistas de renombre.
Cecilia Romero, como se acostumbra en la política, no aportó nombres (la omisión también es complicidad) y repudió la corrupción en términos generales. Pero todos saben que en la denuncia del alcalde Pérez, se hace referencia a una constructora vinculada al legislador Luis Alberto Villarreal.
Lo iniciado por Ismael Pérez tuvo eco en el estado de Nuevo León y en Aguascalientes, donde ya investigan “los moches”, caso que es tema importantísimo y clave en la elección de la dirigencia de Acción Nacional.
Lo curioso y por lo cual llamó mucho la atención, fue que la presidenta interina blanquiazul se olvidó, o no estaba entre sus prioridades, el tema de Oceanografía, problema de corrupción a grandes niveles y de grandes alturas.
Seguramente para Cecilia Romero la deshonestidad puede ser invisible en ciertos casos y, en los pequeños, se puede materializar y en consecuencia palpar y denunciar de manera oportunista.
Y es que en el asuntito de Oceanografía, hay muchos nombres de intocables, por ello para la denunciante de marras fue mejor y más oportuno dejar de lado nombres que, directa o indirectamente, están involucrados en Banamex-Pemex-Oceanografía.
Dicen los que saben, que hubiera estallado una bomba en la Asamblea Nacional del panismo de haberse hablado de Amado Yáñez, Juan Camilo Mouriño, Jorge Bribiesca Sahagún, Manuel Bribiesca Sahagún, Guillermo Sahagún, Francisco Gil Díaz, Mario Alberto Ávila Lizárraga, Raúl Muñoz Leos, Luis Ramírez Corzo y Juan José Suárez Coppel.
El discurso de Cecilia Romero fue bastante selectivo, pues en el ambiente político y social en general, en el caso Oceanografía, se menciona a Felipe Calderón y a Vicente Fox, personajes y problemón que en el panismo, todo parece indicar, son innombrables.
Todo sea por la limpieza y pulcritud del proceso de selección que se vive en Acción Nacional.
Valga la siguiente comparación:
En el PAN, Oceanografía y los nombres que se le sumen, son como Dios (una disculpa a los creyentes), todos saben que existen, pero “nadie” los ve.
Un dato de la exfuncionaria del INM:
La presidenta interina del PAN tuvo una desafortunada gestión como titular del Instituto Nacional de Migración, cargo al que renunció en septiembre del 2010 al conocerse la muerte de 72 inmigrantes indocumentados en el estado de Tamaulipas.
Hay más.
“La exsenadora Cecilia Romero Castillo, militante de El Yunque, se convirtió hoy en la primera mujer en presidir el Partido Acción Nacional (PAN) en 75 años de historia y designó como secretario general a Jorge Ocejo Moreno, otro prominente miembro de la organización semisecreta” (Proceso 3 de marzo)
Recordatorio
Faltan unos días para que se cumplan dos meses de la promesa que hicieron los coordinadores parlamentarios del PAN y del PRI en la Cámara de Diputados, Luis Alberto Villarreal y Manlio Fabio Beltrones, respectivamente.
Fue el jueves 6 de febrero cuando ambos diputados se comprometieron al recorte de plazas en el Palacio Legislativo de San Lázaro, porque como que hay un ligero exceso de “asesores” para los representantes populares del PAN y del PRI.
“La contratación de asesores se disparó en los tres órganos de dirección de la Cámara de Diputados, hasta llegar a un total de 477 personas al servicio de 26 legisladores” (El Universal 7 de febrero).
En cuanto a dilapidar el dinero en el Congreso, no es cosa nueva, porque el presupuesto, que para este año es de casi 7 mil millones de pesos, se ha manejado discrecionalmente con o sin Junta de Coordinación Política.
Esos 477 “asesores” hacen un excelente coctel, porque los aviadores son exaspirantes a secretarios de Estado, exfuncionarios federales, uno que otro integrante del Pacto por México y varios choferes. Eso dicen los enterados.