Canto de tragedia y polución

Qué lástima que “El Corrido de Monterrey”, cuya narrativa nació con una historia verdadera de nuestro pueblo, ahora sea solo un cántico de tragedia político-ambiental
Arturo Fernández Cisneros Arturo Fernández Cisneros Publicado el
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Desde el Cerro de la Silla ya no se divisa el panorama cuando empieza a anochecer. Hace más de 100 años Severiano Briseño compuso este corrido sin pensar que los nietos y bisnietos de los industriales, trabajadores y sus familias serían los afectados de tan oscuros y borrascosos paisajes de tonos naranjas con visos de óxido a causa de la impunidad y del dióxido de azufre.

Y eso que no han llegado los calorones veraniegos que azotan año tras año los barrios de nuestra ultrajada Sultana del Norte.

Asma, conjuntivitis, otitis, carraspea, corrupción e incapacidad son el combo que azota los últimos años en nuestra ciudad. ¿Podrán combatirlos el dueto de secretarios del Medio Ambiente y de Salud Arratia–Marroquín del Nuevo Nuevo Lión? El primero para inspeccionar y sancionar con mano dura a los poderosos e influyentes industriales, y la segunda para atender y medicar eficientemente a las miles de personas que acuden a los servicios de salud públicos y privados. Y las nulas acciones para prevenir este daño por la escasa cultura ambiental.

Hoy no sé si tengo orgullo de ser del norte; el Barrio San Luisito ya ni siquiera existe, como tampoco la aplicación de tanta ley, reglamento y disposición legal para castigar a los ecolocos que trituran y explotan cerros periféricos, empresas ultracontaminantes, a las cajas de aleaciones de metal con ventanas y una que otra climatizada que circulan en cuatro y seis ruedas, a las chimeneas de las industrias dentro y fuera de la urbe, a los que arrojan desechos indiscriminadamente a los ríos, drenajes y al espacio en general teniendo el presupuesto para darle óptimo y legal tratamiento.

Por qué siguen comunicando gobiernos, administraciones y medios masivos lo obvio, no se necesita ser experto ni ciego para percibir el aire sucio y por demás evidentemente tóxico. Tal vez son ciegos los que dan seguimiento a las denuncias y unidades de monitoreo o los que no hacen caso de los reportes, denuncias e inspecciones o miran hacia otro lado para incumplir su mínima y sencilla responsabilidad.

El único nuevo reinero es Samuel con su grupo de cuatreros cómplices dentro del narcisista vórtice corrupto, mediocre e insensible a los reclamos de los regiomontanos contaminados.

¿En qué huertos hay naranjales? Salvo que se refieran a las simuladas e inútiles fachadas naranjas, deberían de aprender de los pocos mezquitales que sobreviven reverdecientes gracias a la incesante inclemencia por las reservas de agua que en su genética preservan para subsistir.

También se observa por todos lados que cruzan caminos reales; porque de las calles y avenidas llenas de pozos y cráteres no son ni familiares. Como dice el corrido: estos caminos bañados solo por el sol, será por la corrupción -porque el agua es escasa. Qué lástima que de este género musical cuya narrativa nació con una historia verdadera de nuestro pueblo, ahora sea solo un cántico de tragedia político-ambiental.

¿Servirán las cumbres a las que se autoinvitan para irse de pinta los compadres? ¿Servirán los protocolos, promesas incumplidas, iniciativas de ley, normativas violadas e ignoradas para simular acciones pro-ambientales? Les recuerdo que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones, o en otras palabras: de nada sirven los buenos propósitos si no van acompañados de las acciones.

¿Qué diferencia habrá del aire que respiramos al napalm? Les dejo la liga de enlace de tan afamado y distinguido corrido que nos debería dar pena presumirlo entonándolo hacia el resto del país.

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