En las elecciones presidenciales de 2012, medios de comunicación dominantes perfilaron y construyeron la imagen del entonces gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto. Se le presentó como la cara de un nuevo PRI, uno rejuvenecido y que había erradicado las viejas prácticas; como un gobernante eficiente y capaz de plantear soluciones apropiadas para los problemas del mundo contemporáneo. Al menos así lo hizo cierta prensa hegemónica nacional e internacionl. Fue tan descarado el apoyo mediático, que incluso surgió el movimiento YoSoy132 que tenía como una de sus principales demandas la democratización de los medios de comunicación.
Actualmente estamos experimentando algo similar a lo que ocurrió en aquel entonces, pero con un cambio de enfoque: ya no es un hombre priista, sino una mujer panista a la que se intenta posicionar. A través de lo que pareciera una clara estrategia mediática coordinada, el nombre de Xóchitl Gálvez resuena hora tras horas en las principales estaciones de radio y televisoras del país.
Por supuesto que no se puede dejar de lado que quien comenzó a exaltar su nombre a través de la mañanera fue el mismo presidente Andrés Manuel López Obrador, pero, contrario a lo que mencionan muchos opinadores y políticos al afirmar que lo que lo motiva es el miedo a Xóchitl Gálvez o que tan solo se está dejando llevar, considero que hay un cálculo político de por medio. Subestimar el accionar político del mandatario es un verdadero despropósito, más aún en este punto de su gobierno. Sin embargo, para profundizar en algunas de las posibles razones de la decisión de confrontarse con la candidata panista, recomiendo leer la columna “¿Quién inventó a Xóchitl Gálvez” de la analista Violeta Vázquez.
Así pues, sea por el motivo que sea, la oposición asegura haber encontrado oro molido. Ven en Xóchitl a la única capaz de proporcionales un resultado electoral que no sea desastroso. Difícilmente la soltarán, por eso la están cubriendo de una narrativa que atienda distintos sentidos. Primero, la presentan como ajena a los partidos políticos, a pesar de haber sido directora general de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas con Vicente Fox, jefa delegacional panista en la Miguel Hidalgo, y, actualmente, senadora plurinominal perteneciente a la bancada del PAN. Segundo, la quieren cubrir de la típica idea meritocrática de que avanzó en la vida desde una posición complicada, entonces cualquiera puede, como si esos casos atípicos fueran la regla. Y en tercer lugar y fuera de toda proporción, la idea de que es una perseguida política, algo así como si López Obrador estuviera emulando lo que Fox hizo con él en su momento al desaforarlo.
La candidata opositora está en construcción, y en buena medida no solo por los partidos políticos que representa, sino por intereses que incluso van más allá. No hay que perder de vista la historia, menos la reciente. Ya sabemos en qué puede desembocar un candidato artificialmente construido.