Violando Constitución y atropellando la ética, el oscuro michoacano se auto aprobó una guardia pretoriana para que le cuide dentro y fuera del país, siendo un gasto absurdo, desproporcionado e insostenible en términos legales. Sin embargo, el personaje lejos está del prudente perfil que se espera de los mandatarios salientes, colocando a su comando en aprietos.
En un país convulsionado como lo es Venezuela, ninguna persona que dice temer por su seguridad provoca escándalos, ni promueve tensión en el ambiente político, y menos, acompañado de fuerzas que el estado mexicano le brinda para que no sea molestado por los capos a los que no les tocó ni un pelo.
En efecto, todo mundo sabe que sólo “capturó” personajes menores, y que así como combatió el plantón de reforma con la presencia callejera de las tropas, ahora pretende sostener sus locuras protagónicas envuelto en un capelo que pagan todos los mexicanos, particularmente aquellos que se quedaron en el país inseguro que entregó para irse a enseñar lo que no sabe, en un idioma que se le atora, pero bien cobijado por los intereses a los que realmente sirvió.
La culpa no es de él, sino de una Cámara de Diputados plastiforme que no sabe cuáles es su papel en la determinación del gasto público y que permitió que sus “guardaditos” quedarán intocados, al tiempo de no asignar una cantidad republicana para atender las excentricidades de un político que llegó entre las faldas de su mujer a diversos puestos públicos y que la “bola albiceleste” terminó por colocar en la candidatura presidencial, arropado por las fortunas que Vázquez Mota le acercó.
El tema nunca fue su capacidad, sino la circunstancial conveniencia de ser contrario a Fox y cercano a la otrora familia Banamex. En los hechos quedó claro que sus perniciosos vínculos generaron fortunas e impunidad, que poco a poco irán asomando la cabeza, no es casual que no alcanzara fuero ninguno de sus cercanos en la reciente lista.
Seguramente no aceptará consejo sobre la forma en que se espera un ex mandatario conserve el decoro que le proviene de la investidura, no creció en un ambiente que le brindara tales enseñanzas, sino en otro lleno de engrudo, pintas y pancartas contra el gobierno.
Pero corresponde a los supuestos representantes del pueblo terminar con la farsa de un complejo aparato adverso a su seguridad, y devolver a su equipo de resguardo a la sensata dimensión que corresponde al cargo que tan torpemente desempeñó. Más si va a seguir jugando al paladín del buen gobierno en casa ajena.
El crimen organizado lejos de pretender atacarle, probablemente le tenga algún homenaje o busto por develar.
Que los recortes empiecen por las sandeces que un gobierno tecnocrático supo sembrar en el ánimo de sus sucesores, que aunque militan con otros colores, comparten alma mater.
Ahora será Cassez la que lo demande, pero hay muchas otras causas más que no han recibido el trámite que en ley corresponde, le toca encarar la justicia como un ciudadano más, eso sí es democracia.