Las letras de las canciones de El Tri se han clavado como cuchillo de obsidiana azteca en el inconsciente colectivo de la chaviza de varias épocas. Foto: Facebook @ElTRiOficial

Buscando al rock mexicano (primera parte)

Hay quienes proponen no hacer ninguna distinción nacionalista y entender que el rock simplemente es, sin importar dónde nacieron o dónde viven sus creadores y practicantes

Supongo que en el mismo instante en que alguien se refirió al rock hecho en México como “rock mexicano”, alguien más cuestionó si tal concepto era válido.

¿No sería más correcto hablar simplemente de rock “hecho por” mexicanos, o por argentinos, franceses o chinos, en vez de adjudicar gentilicios gratuitos al género musical? Hay quienes proponen incluso no hacer ninguna distinción nacionalista y entender que el rock simplemente es, sin importar dónde nacieron o dónde viven sus creadores y practicantes.

Después de todo, los estadounidenses y británicos, a quienes se atribuye el origen y desarrollo del rock, no van por el planeta ondeando la bandera del “American rock” o la del “British rock”, salvo en momentos muy puntuales. Para ellos, el rock es rock, y ya.

Sin embargo, el postulado anterior se resquebraja cuando nuestros compositores y músicos, de manera deliberada, por accidente o por necesidad artística, imprimen a su trabajo un sello que definitivamente sí se siente mexicano, y que sí marca una distancia con respecto al rock más globalizado (el que nos llega de Estados Unidos e Inglaterra).

Antes de ver algunos casos específicos de “rock mexicano”, aceptemos que los grupos de rock de México casi siempre han sido, y siguen siendo, réplicas o versiones de lo que hacen los estadounidenses e ingleses.

Desde los Teen Tops y la mayoría de sus contemporáneos, copias literales de Elvis Presley, Little Richard y demás pioneros del rock & roll, hasta una banda tan actual como The Warning, que reproduce a la perfección los esquemas del rock anglosajón, en México casi siempre nos hemos esforzado en parecernos a las estrellas mundiales, no en diferenciarnos de ellas.

Por eso ha habido tan pocas propuestas significativas que reivindiquen los rasgos mexicanos en el rock. Pero sí las ha habido.

La Revolución de Emiliano Zapata, una de las grandes bandas a principios de los años 70, es un reflejo de los tímidos anhelos nacionalistas de aquella generación de rockeros que querían sentirse mexicanos sin renunciar a su aspiración de estrellas mundiales.

¿Qué mayor declaración de mexicanismo que tomar el movimiento insurgente y el nombre -y hasta los bigotes- del prócer revolucionario como grito de guerra? Sólo que sus canciones ¡eran en inglés! Pancho Villa los habría mandado fusilar.

Se conoció como “chicano” al movimiento de las bandas mexicanas de aquellos años (fines de los 60 y principios de los 70) que cantaban en inglés y trataban de sonar como estadounidenses o británicas aunque algunas tuvieran nombres muy nuestros, como Bandido, La Tribu y la ya citada “La Revo”.

De esa oleada de bandas que soñaban con el festival de Woodstock y rozarse con Jimi Hendrix y The Rolling Stones, surgiría una que le dio al clavo cuando empezó a caminar (mejor dicho: cantar) en sentido contrario, y en vez de conquistar el mundo entero, se posicionó como la favorita solo en el territorio de la CDMX y la periferia, y eventualmente en el país: Three Souls in my Mind.

¿Fue Three Souls la primera banda con derecho a reclamar para sí la etiqueta de “rock mexicano”?

No lo sé. Probablemente hubo intentos previos y exponentes con mayores méritos musicales, pero de lo que sí estoy seguro es que nadie había conseguido hacer click con el público de esa manera.

Al cambiar del inglés al español y retratar en sus canciones las vivencias cotidianas de los jóvenes que habitaban la capital, el Three Souls le dio forma y contenido a uno de los pilares de lo que podemos llamar “rock mexicano”: la lírica que solo quienes vivimos en este país podemos comprender (y sentir) al 100 por ciento.

El discurso musical de Three Souls no nos remite a nuestras raíces o nuestro contexto cultural, como tampoco sucede con El Tri, el subsecuente grupo de Álex Lora. De hecho, se les ha llegado a señalar como viles copias de los rockeros y blueseros de los años 60 y 70 de Estados Unidos e Inglaterra.

Pero sus letras se han clavado como cuchillo de obsidiana azteca en el inconsciente colectivo de la chaviza de varias épocas.

La identificación del público con muchas de las canciones del Three Souls y de El Tri persiste hasta hoy, en un grado tal que ninguna banda extranjera puede lograr, aunque su calidad musical sea muy elevada.

Tal vez el Three Souls y El Tri solo son un caso de tropicalización perfecta: tomaron un producto cultural ajeno y le imprimieron con gran tino los rasgos idiosincráticos necesarios para acogerlo como propio. ¿Eso vale como “rock mexicano”? A mí me parece que sí, pero cada quien opine lo que prefiera.

En la segunda parte veremos otros ejemplos de bandas que le han dado personalidad mexicana, o al menos ese sabor, al género más universal de todos los tiempos.

 

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