Bueno o malo, ¿quién tiene la razón?
Todo lo que puedes ver es el resultado de tus pensamientos, los pensamientos no son grandes ni pequeños, ni poderosos ni débiles, son simplemente verdaderos o falsos.
Cuando éramos niños nos decían: “No pises el suelo descalzo porque te vas a enfermar”, “No comas dulces porque se te van a picar los dientes”, “No salgas con el pelo mojado porque te va a dar gripa”, “No veas la tele tan cerca porque te vas a quedar ciego”.
Annette ManautouTodo lo que puedes ver es el resultado de tus pensamientos, los pensamientos no son grandes ni pequeños, ni poderosos ni débiles, son simplemente verdaderos o falsos.
Cuando éramos niños nos decían: “No pises el suelo descalzo porque te vas a enfermar”, “No comas dulces porque se te van a picar los dientes”, “No salgas con el pelo mojado porque te va a dar gripa”, “No veas la tele tan cerca porque te vas a quedar ciego”.
Ahora que somos adultos nos dicen: “No comas chocolate porque engordas”, “Si comes huevo te da colesterol”, “No fumes porque te da cáncer”, “La sal tapa las arterias”, “No comas mariscos porque hay radiación en el mar”, “Si comes carne, te estás comiendo el dolor y sufrimiento que sintió el animal al morir”, “Al pollo le inyectan muchas hormonas”, “La verdura y la fruta tienen pesticidas”…
Me faltaría espacio para enumerar todas las cosas que nos inculcan y que lo único que provocan en nosotros es miedo y culpa.
Recordando una frase de Un curso de Milagros que dice “si no es verdad para todo el mundo entonces es falso”, nos podemos dar cuenta que la mayoría de las ideas o creencias que tenemos son solo eso, ideas.
Tres personas pueden tener enfrente el mismo chocolate, una te va a decir que le engorda, otra que se llena de espinillas y otra que le libera endorfinas. Cada una te va decir lo que cree cierto, basándose en una idea aprendida. Y está tan aferrado con esa idea que lo más seguro es que compruebe su creencia.
Así aprendimos la mayoría de los humanos, etiquetando todo lo que está afuera sin darnos cuenta del poder que tienen nuestras creencias, pues lo que afirmamos es lo que estamos creando.
Se nos olvida que años atrás desayunábamos y cenábamos huevo y jamás tuvimos colesterol, la gente fumaba en hasta en los hospitales, la carne era la proteína que nos hacía crecer sanos y fuertes, los niños se la pasaban afuera de sus casas aunque lloviera y no por eso se enfermaban.
¿Por qué hay gente que fuma toda su vida y se muere después de los 80 años, por causas que no tienen que ver con sus pulmones?
¿Por qué hay quienes se mueren de enfisema pulmonar sin haber probado un cigarro en toda su vida?
¿Por qué hay gente que vive con dietas, comiendo lo menos posible y no logra adelgazar y, por otro lado, hay quienes se la pasan comiendo todo el día y están en su peso ideal?
La respuesta es porque todo es neutro, somos nosotros los que le damos el valor y el significado a cada cosa, y lo peor es que se lo damos de manera inconsciente y sin cuestionarnos el efecto que tendrá en nuestras vidas.
Lo mismo pasa con lo que es bueno o malo. Por ejemplo: nosotros no podríamos tolerar que nuestra pareja se vaya con alguien más, pero hay culturas donde está permitida la poligamia y la gente no sufre por eso.
Lo mismo sucede con el significado de las palabras, lo que para nosotros puede ser una grosería, para otros puede expresar algo totalmente diferente.
También vemos que hay personas que pueden sentirse millonarios sin serlo, ellos experimentan la abundancia y viven confiados en que siempre serán proveídos. Pero vemos que hay otras que sí tienen cuentas millonarias y, sin embargo, llevan una vida miserable, constantemente preocupados pensando en que el dinero se les puede acabar.
Hasta con las situaciones que vivimos cada día podemos comprobar que el efecto que nos causa lo que pase afuera siempre depende de lo que pasa adentro, de lo que pensamos y creemos al respecto y no de la situación misma.
Ir caminando por la calle con amigos y toparse con un perro a algunos le puede ocasionar repulsión, a otros ternura, a algunos otros, miedo. Es el mismo perro y cada quien reacciona basándose en su propia idea.
Con este ejemplo podemos darnos cuenta de que podemos cambiar de perspectiva en un segundo y entrenar a nuestra mente a ver todo como más nos convenga, a desaprender todo lo aprendido y a dejar de tomarnos las cosas personales, porque nadie nos hace nada.
No pretendo que de aquí en adelante coman, tomen y hagan de todo pensando que nada les puede hacer daño, si no que tomen conciencia y asuman que aunque la información y las ideas sigan llegando a nuestras vidas, tenemos el poder de aceptarlas como verdad o dejarlas ir.
Nada que esté fuera de nosotros puede dañarnos si nosotros no lo permitimos. Somos nosotros los que nos hacemos el daño con lo que pensamos y con las expectativas que creamos, pero siempre podemos elegir de nuevo.
Olvídate por un momento de lo que estás comiendo o viviendo, ubica el pensamiento que te está afectando y el juicio que estás haciendo sobre eso, porque ese es el que realmente te está enfermando y, si no lo detienes a tiempo, te puede hasta matar.
Tu tienes el poder de elegir con conciencia lo que aceptas como verdadero. ¡No te dejes hechizar!