“Primun non nocere” (primero no dañar), una máxima atribuida erróneamente a Hipócrates, ha guiado la práctica médica durante siglos. En el corazón de esta frase yace la esencia de la ética médica: la seguridad y bienestar del paciente. Sin embargo, en el complejo mundo de la medicina y las políticas de salud pública, evitar el daño es solo la mitad de la batalla. La otra parte reside en aprender de nuestros errores para evitar repetirlos.
Hoy recordamos las palabras atribuidas tanto a Séneca el Joven como a Cicerón: “Errare humanum est, sed perseverare diabolicum” (errar es humano, pero perseverar en el error es diabólico). Esta frase resuena con especial relevancia en el contexto actual de la medicina y la salud pública en México.
En un mundo en el que los desafíos médicos y las políticas de salud pública incorrectas pueden tener consecuencias devastadoras, ambas frases requieren de una profundización y un replanteamiento.
En 1983, Karl Popper y Neil McIntyre, en su artículo publicado en British Medical Journal: “The critical attitude in medicine: the need for a new ethics” (La actitud crítica en medicina: la necesidad de una nueva ética), resaltaron la importancia de una crítica constructiva en la medicina.
Su mensaje es claro: aprender de los desaciertos es crucial.
Los errores en la medicina clínica, aunque graves, afectan principalmente en lo individual. Pero cuando estos se replican en las políticas de salud pública, las consecuencias pueden afectar a comunidades enteras.
El artículo de Itai Bavli: “Cuando la salud pública va mal: hacia un nuevo concepto de error en salud pública” (Journal of Law, Medicine & Ethics. 2023) nos presenta un panorama de cómo los deslices de comisión u omisión en la salud pública pueden desencadenar resultados desastrosos.
En México, las políticas públicas de salud de la actual administración presentan desafíos y oportunidades únicas para abordar y aprender corrigiendo.
La apuesta por contener las políticas hegemónicas en salud, la desmercantilización de la salud pública y la atención médica gratuita a través del IMSS-Bienestar muestra un camino hacia una atención más inclusiva y equitativa.
Sin embargo, la tarea es compleja y exige un enfoque crítico y autocrítico.
Debemos recordar que todos, en algún momento, seremos pacientes del sistema de salud. Por lo tanto, es crucial que los diálogos y decisiones en torno a la salud pública estén impregnados de una autocrítica constructiva. Los errores son inevitables, pero la sabiduría reside en reconocerlos, aprender de ellos y, sobre todo, no repetirlos.
La mejora continua en la calidad de la atención médica y el abasto de medicamentos en instituciones como el Instituto Méxicano del Seguro Social, el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado e IMSS-Bienestar, además de ser una necesidad, representan una urgencia.
Un gobierno que se inclina hacia la izquierda tiene la responsabilidad de abordar estos desafíos de manera autocrítica y proactiva.
Los diálogos por la transformación: Atributos del sistema de salud que encabeza el Dr. David Kershenobich, deben tener la autocrítica necesaria de un movimiento que sabe corregir con base en la aceptación de las oportunidades de mejora.
El Doctor es un médico clínico y esto lo entiende bien: cuando la medicina se contamina con la política, es cuando surgen los errores en la salud pública.
Los desafíos son muchos, pero también lo son las oportunidades para aprender y mejorar.
La medicina, en su esencia, es una ciencia humanista, y como tal, debe evolucionar con la sociedad a la que sirve.
Un sistema de salud que aprende de sus faltas, es un sistema que respeta la vida y la dignidad de cada persona a la que sirve.
Como sociedad debemos exigir y contribuir a un sistema de salud que no solo cure, sino que aprenda y se fortalezca a partir de las inexactitudes.