La escandalosa filtración de la conversación telefónica entre el senador Ernesto Cordero y el diputado Fernando Rodríguez Doval, más que constituir una evidencia para “hundir” a Luis Alberto Villarreal y a Gustavo Madero, sólo da para “hundir” al propio Cordero por la probable comisión del delito de encubrimiento.
Y es que para empezar: ¿Por qué razón Ernesto Cordero no denunció públicamente y ante las autoridades competentes a los “pinches ladrones”, si es que en realidad quiere salvar al PAN?
Pero además, si se pone cabal atención a la grabación, está claro que el senador Cordero no solo quiere “hundir” a Gustavo Madero, sino también a Josefina Vázquez Mota.
Y es que el ahora senador panista confiesa que, cuando fue secretario de Hacienda, se peleó con Josefina porque presuntamente hizo lo mismo que el coordinador de la bancada en la Cámara de Diputados, Luis Alberto Villarreal.
Si “bajar recursos” es un delito, como reconoce Cordero que hacen estos “pinches ladrones”:
¿Nadie la habrá dicho al senador panista que al confesar que tuvo conocimiento de los hechos y no hizo nada para impedir la comisión del delito, más aún como secretario de Hacienda que era, se incriminó a sí mismo en la comisión del delito de encubrimiento?
¿Solución a la colombiana?
Por lo que sucedió este fin de semana, y la forma en la que ocurrieron los hechos, todo parece indicar que la guerra que inició Felipe Calderón en Michoacán no solo se recrudecerá aún más, sino que podría continuar por un buen tiempo con el beneplácito del gobierno federal.
¿Cómo explicar que las decenas de grupos de “autodefensas” circulen con armamento de uso reservado del Ejército frente a los retenes militares y de la Policía Federal, sin que nadie los detenga?
¿Cómo explicar de dónde salieron tan rápidamente los recursos financieros para comprar decenas de camionetas nuevas y pertrechos militares?
Ojalá en la reunión de hoy en Michoacán, el secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong pueda dar explicación satisfactoria de lo que está pasando en este estado, en lugar de hacer otra declaración más, como las que ha venido dando.
De otra suerte solo habría que interpretar la realidad para concluir que se abandonó la intención de restablecer la paz dentro de la legalidad y con respeto a los derechos humanos.