¡Atentos diputados!

Asomarse a la realidad nacional y de cada uno de los estados o entidades federativas para mejorar su marco legal es una obligación legislativa. Es necesario dejar atrás el síndrome “ahogado el niño se tapa el pozo” y adelantarse a los acontecimientos.

Todos estamos de acuerdo con que se revise y adecúe a la realidad actual la legislación sobre los famosos afther hours, pero es una lástima que hayan tenido que desaparecer más de una docena de jóvenes para que se haga.

Pablo Mier y Terán Pablo Mier y Terán Publicado el
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Asomarse a la realidad nacional y de cada uno de los estados o entidades federativas para mejorar su marco legal es una obligación legislativa. Es necesario dejar atrás el síndrome “ahogado el niño se tapa el pozo” y adelantarse a los acontecimientos.

Todos estamos de acuerdo con que se revise y adecúe a la realidad actual la legislación sobre los famosos afther hours, pero es una lástima que hayan tenido que desaparecer más de una docena de jóvenes para que se haga.

Del mismo, modo urge replantearse el uso de los tráileres de doble remolque, pero es una pena que se haga cuando se han generado una buena cantidad de accidentes de graves pérdidas de vidas y daños materiales.

Es en este sentido que pensamos que los que hacen las leyes, los legisladores, también conocidos como diputados, deben leer bien de las necesidades y promover en serio un mejor día a día entre los mexicanos.

Existe en el terreno de la publicidad lo que se conoce cono vayas móviles. Es un tipo de publicidad que se transporta hasta donde el consumidor se encuentra y que circula por las calles, este tipo de publicidad impacta tanto al transeúnte como al conductor –pero negativamente por que provoca tráfico y contaminación- lo que asegura, dicen quienes la promueven, la efectividad de su campaña.

La idea es creativa por demás, únicamente que para una ciudad como el  Distrito Federal en la que se mueven diariamente  tres millones de vehículos, es inoperante, por no decir majadera. 

Solo autos particulares en la capital, se tienen registrados más de un millón 900 mil. Luego, al sumar transporte de carga, de pasajeros y de otros servicios, la cifra supera los 2.4 millones, y si se añaden unos 800 mil de todo tipo que entran y salen de los municipios conurbados a la capital, a finales de 2003 la estimación rebasó los 3.2 millones de automotores.

Y si a esto sumamos vehículos que transportan vallas publicitarias, de dimensiones no menores y además que se desplazan lentamente, la ciudad se termina de volver inoperante.

Quizá los publicistas debieran reflexionar más sobre aquel viejo principio de que la publicidad mientras menos incomode mejor. El efecto que causa un corte publicitario a medio juego de soccer es siempre catastrófico para quien lo presente, así anuncie la mejor bebida o el mejor producto.

Recargar la calles de la ciudad con esas famosas vallas no solo no será eficaz para quienes se anuncian sino motivo para entorpecer, aunque sea poco, la ya torpe circulación de la ciudad.

Vamos por las grandes reformas amigos legisladores, pero sin dejar de ver el día a día que debe ser siempre más cómodo y seguro para los ciudadanos.

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