La semana pasada se hizo un anuncio importante por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que dirige Tedros Adhanom: a más de tres años de que inició la pandemia por COVID-19, se decidió poner fin a la emergencia internacional. Sin embargo, esta crisis sanitaria no fue menor, pues causó alrededor de 20 millones de muertes.
Aunque la decisión del organismo suena alentadora, el virus aún es una amenaza global a la salud, ya que miles de contagiados luchan por sus vidas en unidades de cuidados intensivos y otros más viven con los efectos debilitadores de las secuelas de la enfermedad. Aunado a esto, debido al confinamiento obligado, las personas experimentaron soledad, aislamiento, ansiedad y depresión, y a eso se suma la gran crisis económica que viven hoy en día varios sectores productivos a nivel mundial. Por esto, los países mantendrán la guardia alta para inmunizar a sus ciudadanos contra las variables del SARS-CoV-2.
Al respecto, en México se aplicaron vacunas de Pfizer/BioNTech, desarrollada por la estadounidense Pfizer y el laboratorio alemán BioNTech; la rusa Sputnik V; las de procedencia china, Sinovac y CanSino; Covax, de la farmacéutica india Bharat Biotech International Limited; Johnson & Johnson, de la filial Janssen; y AstraZeneca/Oxford, diseñada por la universidad de Oxford y el laboratorio anglo-sueco.
A propósito de la vacuna AstraZeneca, naciones como Países Bajos, Alemania, Francia, España e Italia suspendieron su uso como medida de precaución, debido a que algunas personas sufrieron trombosis –afección que ocurre cuando se forma un coágulo de sangre en una vena profunda– después de recibirla. Cabe recordar que, pesar de los casos, principalmente registrados en Europa, los argumentos de la marca fueron que no había pruebas de que estos estuvieran asociados a la vacuna.
Asimismo, en la pandemia, la farmacéutica AstraZeneca, que en México dirige Julio Ordaz, fue una de las que robustecieron sus ganancias, pues en 2021 las ventas de sus productos aumentaron cerca del 41 por ciento, alcanzando los 36 mil 541 millones de dólares, con todo e ingresos de la vacuna COVID-19. De este biológico se entregaron 77.4 millones de dosis para aplicarse a más de 38 millones de mexicanos, luego de un convenio inicial en 2021 con el Gobierno federal.
Más no fue el caso similiar con otras naciones, por ejemplo, con República Dominicana, en donde la multinacional farmacéutica dirigida por Pascal Soriot, incumplió los plazos para la entrega de vacunas.
Incluso el presidente dominicano, Luis Abinader, estaba dispuesto a llevar el conflicto ante los tribunales internacionales, luego de que el 30 de octubre de 2020 se firmó un contrato para adquirir 10 millones de biológicos por un monto de 40 millones de dólares, de los que el sector privado aportaría el primer pago de ocho millones de dólares. Sin embargo, las dosis entregadas fueron menos de 900 mil, por lo que el país del Caribe recibió vacunas CoronaVac, fabricada por la farmacéutica Sinovac.
Voz en Off
Mala decisión de Goodyear México de no informar lo que sucede en su planta de San Luis Potosí. No hace mucho le comentamos del conflicto que existe con la legitimación de su contrato colectivo de trabajo, porque se sentenciaban intereses de caciques para seguir teniendo el control de los empleados. El caso es tan grave que agregados laborales del Departamento de Estados Unidos (DOL, por sus siglas en inglés) han estado en esa entidad verificando todas las anomalías. Quizá cuando usted lea esto ya se haya dado una nueva votación para legitimar la relación laboral con esta empresa llantera, de lo contrario, el asunto se agravará hoy cuando aún la titularidad pertenece a un sindicato afiliado a la Confederación de Trabajadores de México (CTM).