Aranceles y la amenaza del presidente Trump

Actualmente los aranceles tienen diversos propósitos pero Donald Trump elevó el tono desde su primer mandato, pues los utiliza para tratar de incidir en la política interior
Tonatiuh Martínez Aviña Tonatiuh Martínez Aviña Publicado el
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En el año 137 d. C., la ciudad de Palmira, en Siria, acordó revisar y publicar las tarifas y los reglamentos según los cuales se recaudaban impuestos sobre las mercancías que entraban y salían de la ciudad, y sobre los servicios que se prestaban en esta parte de Roma.

Es aquí, en este momento de la historia, que se registra evidencia del primer cobro de aranceles. Su propósito original fue una mejor gestión administrativa. Hoy en día, tienen un oficio más amplio, del orden económico y político.

Actualmente los aranceles tienen diversos propósitos, como una fuente de recaudación de recursos públicos, al imponer una tasa adicional sobre el bien importado y que se transfiere al gobierno.

También se utilizan para proteger a la industria nacional, en teoría al encarecer los productos importados, los aranceles hacen que los productos nacionales sean más competitivos en el mercado local. 

Por otro lado, gobernantes con elevada preocupación en los desequilibrios comerciales suelen usarlos para reducir el déficit comercial. Al encarecer las importaciones, se busca reducir la demanda de productos extranjeros, promover el consumo de productos nacionales y cambiar el balance comercial.

Existe un carácter distinto y cuyo propósito es distinto al económico. Los aranceles también pueden utilizarse como una medida de represalia contra otros países por prácticas comerciales desleales, violaciones de acuerdos internacionales o disputas históricas.

En 2018, Japón eliminó a Corea del Sur de la lista de naciones con un estatus comercial preferencial, después de imponer restricciones a la exportación de cientos de artículos, esenciales para semiconductores y pantallas, en una aparente represalia por el fallo del Tribunal Supremo de Corea del Sur, de 2018, que ordenó a las empresas japonesas a pagar una compensación a las víctimas surcoreanas del trabajo forzado durante los años de las ocupaciones, como lo reportó Elías Molina. Y así podemos encontrar muchos más ejemplos.

Batalla comercial con México

En el campo de lo político, el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ha llevado a otro nivel el uso de los aranceles. Anteriormente podían ser utilizados como una herramienta de negociación/presión para alcanzar nuevos acuerdos comerciales; los gobiernos ofrecían reducir o eliminar aranceles a cambio de concesiones de otros países.

Pero Donald Trump elevó el tono desde su primer mandato, pues los utiliza para tratar de incidir en la política interior. En 2019, escribía en Twitter: “Estados Unidos impondrá un arancel del 5 por ciento a todos los bienes que ingresan a nuestro país desde México, hasta que los inmigrantes ilegales que ingresan a través de México y a nuestro país, se detengan.”

El expresidente Andrés Manuel López Obrador hizo un enorme ejercicio de política, con tensiones al interior y al exterior que culminaron en la no imposición del arancel, pero con costos en otras áreas.

La apuesta actual es más fuerte esta vez, el pretexto es la llegada de grandes automotrices de origen chino a México, que supuestamente ocupan al territorio como trampolín para llegar a Estados Unidos.

El análisis que ha presentado con el que sustenta la amenaza arancelaria es el déficit de la balanza comercial con China, y que eso está costando en cantidad y calidad de empleos, sustento discursivo que lo llevó al triunfo electoral.

La primera respuesta que dio la presidenta Claudia Sheinbaum es puntual, firme y hace uso de la razón, además se advierte la potencial guerra arancelaria y el conflicto que esto tendría para los ciudadanos de Estados Unidos, y agregaría, también a los de México.

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