¿Sabes que un día como hoy vas a morir? ¿Crees que si te mueres mañana te irías en paz y tranquilo, sabiendo que diste lo mejor de ti y que no te quedan asuntos por resolver?
Te voy a platicar la historia de una enfermera que tuvo la oportunidad de tratar a pacientes con enfermedades terminales a los que habían enviado a sus casas para esperar el momento del final. Ella estuvo con ellos durante las últimas tres a doce semanas de sus vidas.
“La gente madura mucho cuando se enfrenta a su propia mortalidad.
Cada uno de mis pacientes experimentó una variedad de emociones, como la negación, el miedo, el enojo, remordimiento, y finalmente la aceptación. Sin embargo, cada paciente encontró su paz antes de partir”, dijo.
Eran tantas horas las que pasó con sus pacientes que aprovechó para preguntarles acerca de las acciones de las que se sentían arrepentidos y las cosas que les gustaría haber hecho de manera diferente en su vida. Los cinco más comunes fueron:
1. “Ojalá hubiera tenido el coraje de vivir una vida fiel a mi mismo, no la vida que otros esperaban de mí”.
¿Cuántas veces actuamos de acuerdo a las expectativas de los demás? Continuamente estamos tratando de encajar y ser aceptados en una sociedad donde pareciera que no nos dejan ser libres.
¿Cuántas cosas dejamos de hacer por el miedo al qué dirán, a ser rechazados o excluidos o a decepcionar o lastimar a la gente que nos rodeaba, ya sean papás, hijos, pareja o amigos? ¿Cuántos sueños dejamos de cumplir por complacer a los demás intentando cumplir los sueños ajenos y hacer lo que la mayoría consideraba aceptable o correcto?
Y, ¿qué pasó al final del día? Te diste cuenta de que fuiste incongruente con tu ser, que nunca acabaste de dar gusto a los demás, que perdiste mucha energía buscando aprobación y que eres el único responsable de tu felicidad. Hoy reconoces que eres tú el que está eligiendo la aprobación de afuera cuando lo importante era lograr aprobarte. Ahora sabes que venías a cumplir una misión que solo a ti te tocaba llevar a cabo.
2. “Ojalá no hubiera trabajado tan duro”.
¿Cuántos momentos de felicidad nos hemos perdido por trabajar de más? Tal vez un viaje, la niñez o la juventud de tus hijos, la compañía de tu pareja, la convivencia con tu familia o amigos… Hoy todos esos momentos pasaron y no pueden regresar incluyendo la posibilidad de disfrutar un viaje debido a que tu estado de salud no te lo permite. Creo que siempre hay forma de manejar el tiempo y que podemos hacer espacios para no perdernos de momentos tan importantes los cuales valoramos cuando ya es muy tarde.
3. “Ojalá hubiera tenido el coraje para expresar mis sentimientos”.
Si estuviéramos conscientes de que la mayoría de las enfermedades son emociones reprimidas, nos ahorraríamos mucho tiempo y dinero tratando de sanar. Y nuestras relaciones serían más saludables.
Muchas veces pensamos que si no expresamos lo que verdaderamente sentimos nos ahorramos discusiones, rechazos o simplemente pensamos que escondiendo nuestros sentimientos somos menos vulnerables a los demás y, por ende, corremos menos peligro de ser lastimados. La realidad es que la manera más saludable de interactuar con los demás es siendo honestos y expresando lo que sentimos. ¿Cuántos “te quiero”, “te valoro”, “te admiro” o “eres importante en mi vida” se quedaron sin decir?
¿Cuántos “me duele”, “me afecta” o “quisiera que fuera de determinada manera” preferimos callar?
4. “Me hubiera gustado haber estado más en contacto con mis amigos”.
Es común para cualquier persona en un estilo de vida ocupado, dejar que las amistades desaparezcan o pasen a un segundo plano. Pero cuando nos enfrentamos con la muerte, los detalles materiales de la vida dejan de ser importantes.
Todos queremos tener los asuntos financieros en orden, pero no es el dinero o el estatus lo que tiene una verdadera importancia para un moribundo. Quisieran poner las cosas en orden para beneficiar a quienes aman.
Sin embargo, están demasiado enfermos y cansados para manejar esa tarea. Al final todo se reduce al amor y las relaciones.
5. “Me hubiera gustado permitirme a mí mismo ser más feliz”.
Muchos no nos damos cuenta que la felicidad es una elección, ya sea por quedarnos atrapados en patrones antiguos, por estar acostumbrados a ser de cierta manera, por el miedo al cambio, por creer que la felicidad está fuera de nosotros y que hay que conseguirla a través de cosas externa. O por imponernos reglas tan estrictas nos olvidamos de que en cada decisión tenemos esta elección.
Todos los seres humanos deseamos ser felices, pero muy pocos hacemos un plan consciente que nos permita vivir en plenitud. Cuando estás en tu lecho de muerte, lo que los demás piensan de ti está muy lejos de tu mente.
Te recomiendo siempre ser auténtico, ser fiel a ti mismo, disfruta, diviértete, sé feliz, ríete de ti mismo y de las circunstancias, acepta tus errores y aprende de ellos sin culpa ni remordimiento, consiéntete de vez en cuando (regálate un descanso, un masaje, un viaje, un tiempo para tu hobby), sonríe a la vida ¡mucho antes de que te estés muriendo!