A la distancia más de alguno pudiera ser sorprendido con imputaciones o señalamientos infundados en torno al FOBAPROA. Por eso Josefina Vázquez Mota -a ciegas- lanza lodo del que cubre sobradamente a quienes le rodean.
Pocos saben que, en los tiempos del rescate bancario, la opacidad sirvió al panismo y a sus legisladores para rasgarse las vestiduras por abusos financieros que cometieron precisamente los ilustres miembros y patrocinadores del partido hoy en el poder, al que responde la candidata oficial.
Si realmente quiere hurgar entre quienes estaban detrás del quebranto del erario federal y quienes hicieron de las suyas desconociendo créditos bancarios, deshonrando con ello compromisos financieros, se va a encontrar con muchos conocidos, pero no se va a topar con el nombre de Alfonso Romo.
Su mentor, su padrino, Carlos Medina Plascencia podría explicarle cómo consiguió mandar al limbo las aventuras comerciales de Suelas Medina Torres y de otras empresas cercanas al empresario que encontró más rentable la acusación parlamentaria que la guanajuatense industria del zapato.
Sí, mientras el conocido “Ayatolah Medina” descubría el supuesto talento político de Vázquez Mota, daba de manotazos en oficinas gubernamentales para hacer que los créditos de quien sería el candidato blanquiazul Vicente Fox, y, los suyos propios, fueran incorporados a los fideicomisos de cartera del FOBAPROA o a los de Nafin. La lista de grandes deudores del extinto fideicomiso y los aportantes de las campañas al PAN, es tan parecida que pudiera ser calca.
Las cuentas de los Amigos de Fox hallaron en Mario Laborín al paladín que podía concentrar discretamente recursos y donaciones para la campaña de grandes deudores corporativos en desgracia, al tiempo que pudo convencer a los funcionarios adecuados para que los fideicomisos de Nacional Financiera acogieran créditos de los empresarios afines al proyecto blanquiazul. Su labor de limpieza hizo que- sin experiencia en el sector de la banca del desarrollo- le valiera un inexplicable nombramiento en Nafin.
No debe extrañar a la estáticamente sonriente candidata que se cometieran después graves errores en reestructuras, como sucedió con el adeudo del gobierno cubano, o el préstamo a empresas quebradas como Tú Eliges, donde otro ex funcionario de Bancomer mucho tuvo que ver.
No cabe duda que en eso de la limpieza de imagen Jorge Terrazas ha hecho una labor notable.
Dado que ese banco del subdesarrollo ha servido para realizar favores a los afines durante esta docena trágica, a la salida del ex BBVA, tuvo que llegar otro “ex” de la misma mata, Héctor Rangel Domene, quien fuera interlocutor de Bancomer con los funcionarios rescatistas.
Por eso, si de regiomontanos relacionados con el quebranto bancario se trata, Josefina deberebelarse contra aquellos que militan en su filas y le adulan en el camino y no contra un empresario de excepción como lo es Alfonso Romo, independientemente de sus filias políticas.
En aquellos tiempos difíciles del rescate, Calderón mantenía una muy cercana relación con los listados del Fobaproa, ya que Alejandro Creel era el señor y soberano de las reestructuras empresariales, dando al partido oficial la oportunidad de granjearse los apoyos sobre los que se sustentó una apabullante campaña mediática que llevó a Fox- por inercia- a la silla presidencial.
Fue así como diputados y senadores del PAN se convirtieron en gestores bancarios y después en mediadores frente al IPAB, el cual crearon a modo para impartir justicia financiera en la que se ayudó a los de casa y se persiguió a los adversarios políticos.
Esas carreras meteóricas de los postulantes del blanquiazul fueron de las barandillas a las grandes fortunas en solo tres años, haciendo del tráfico de influencias uno de los monopolios más destacados de principios de este siglo.
Por ello, no sorprende que Germán Martínez y Cesar Nava hayan encontrado en el coyotaje un modus vivendi, arreglando entuertos en Pemex.
Pero también, hay que reconocer, que en esos tiempos en el que la dirigencia del Partido Acción Nacional mercaba impunidad, era difícil pensar que una persona estuviera dispuesta a vender todo lo suyo para conservar el buen nombre, ese empresario excepcional y destacado se llama Alfonso Romo.
Dos lamentables sexenios de panismo han impedido que se conozca la verdadera historia de quienes se beneficiaron con la “limpieza” que se hizo del sistema, la cual con el tiempo creó una alianza político-bancaria que derivó en la fusión Banamex-Citibank, en la que Fox encontró los millones del último tramo de campaña y, con la que seis años más tarde, Calderón hiciera lo propio con la compra de Aeroméxico.
No es con mentiras como la candidata panista saldrá del sótano electoral, pero si realmente quiere identificar a quienes hicieron fortuna con el rescate bancario, hay tiempo todavía de que se adentre en ese tenebroso episodio y se le caiga la cara de vergüenza.