El próximo lunes se despejarán dudas respecto a la construcción de una nueva terminal aérea en el área contigua al actual Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Allá en las colindancias, donde previamente se ha llegado a acuerdos con los poseedores de las tierras, pero donde no existe pacto con la cuenca hídrica, ni con los efectos ambientales.
Aunque realmente será la terminal 3, se le dará matiz de nuevo aeropuerto, pensando que se superarán los conflictos, al tener arreglado a uno de los sectores involucrados. Sin embargo habrá que ver que dicen los ambientalistas y que respuesta dará el sector oficial encargado del manejo de agua en el altiplano.
La poderosa inversión llama a recordar lo sucedido en Hong Kong y en Singapur, en la nueva visión de terminales integradas por calles o avenidas que conviven con otros usos y destinos. Soluciones ingeniosas, altamente consumidoras de recursos públicos, así como de acuerdos parlamentarios para la canalización de recursos presupuestarios.
De entrada resulta importante saber si computan y gravitan en las partidas metropolitanas, o si se reputa “participación” al Distrito Federal, o bien, si se trata de coinversión federal.
La ya conocida como “Línea Atorada” es un buen ejemplo de lo que pasa cuando las mega obras de infraestructura pisan dos terrenos y una sola Auditoría Superior de la Federación. El plazo esperado de construcción rondará los cuatro años, pero la inversión será parecida a la de la prometida refinería en Hidalgo.
En efecto, el país necesita un aeropuerto, pero antes que eso necesita autoridades aeronáuticas y aeroportuarias de primer mundo. Poco se sabe del locuaz experimento de desviar aeronaves de gran capacidad a Toluca, donde seguro aterrizan pero quien sabe si despeguen.
El proyecto para independizar a la DGAC, tendría sentido si esta hubiera alcanzado el nivel técnico como para avalar la autonomía de gestión, cuando apenas dejo la terminal mexiquense convertida en un experimento de pronóstico reservado.
Agotado el primer tramo, el Ejecutivo podrá pasar de los compromisos políticos a la integración del equipo con el que será evaluado por los mexicanos. Serán tiempos de cambios y de nombres que salen de la imaginaria para hacer realidad ambiciosos proyectos de infraestructura que precisan más de oficio, que de saliva.
Ya no se trata de personajes como Meade que evaden el tema de medio oriente, o que pasean en la frontera norte hablando de los niños migrantes, cuando el problema está en la frontera sur. Lejos de arreglar nada con sus paseos mediáticos, se arriesgó a que le pregunten por qué grandes segmentos del Rio Bravo están secos y qué tipo de acuerdos alcanzó para el pago de deuda de aguas.
No, ya es el momento de que irrumpan en el escenario nacional los hombres y mujeres que llevaron a Peña a la silla presidencial. Ya no se trata de dejar tranquilo al sector farmacéutico con una secretaria de aparador, cuando temas como el ébola u otras amenazas reales pueden estar en la frontera.