Adiós Felipe, buenos días Peña Nieto

Campea en México un aire de cambio en el que predomina el optimismo, aunque moderado. Casi todos los mexicanos estamos contentos de que termine ya el sexenio de Felipe Calderón, del que si bien no podemos hacer un balance en pocas líneas, si podemos asegurar que fue muy violento: 100 mil muertos son muchos.

Su entronización estuvo marcada por la prisa, la duda, el oportunismo y la violencia, su salida ha sido acompañada por un 7 que en palabras significa te reconozco que lo intentaste, que hiciste un esfuerzo, pero que no lograste el resultado.

Pablo Mier y Terán Pablo Mier y Terán Publicado el
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Campea en México un aire de cambio en el que predomina el optimismo, aunque moderado. Casi todos los mexicanos estamos contentos de que termine ya el sexenio de Felipe Calderón, del que si bien no podemos hacer un balance en pocas líneas, si podemos asegurar que fue muy violento: 100 mil muertos son muchos.

Su entronización estuvo marcada por la prisa, la duda, el oportunismo y la violencia, su salida ha sido acompañada por un 7 que en palabras significa te reconozco que lo intentaste, que hiciste un esfuerzo, pero que no lograste el resultado.

La pulmonía financiera del inicio de su sexenio, la influenza, las 49 muertes de la guardería ABC, la trágica muerte de sus dos Secretarios de Gobernación, las sequías, las más de 100 mil muertes de mexicanos en una guerra que no se ganó y otros muchos episodios que culminan con la vuelta del PRI al Gobierno, marcaron una Gestión Presidencial que inevitablemente quedará marcada por la violencia.

No está reprobado señor Calderón, los mexicanos le reconocemos su esfuerzo y trabajo, sin embargo hubiéramos preferido –qué duda cabe-  más apertura frente a su tozudez, más humildad frente a su soberbia y más y mejor trabajo en equipo frente al exceso de control.

En fin, sale uno y entra otro. Un Calderón que nació en el 62 y un Peña Nieto que nació 4 años después, uno de Edomex otro de Morelia, ambos abogados, uno del PAN otro del PRI, uno que perdió la gubernatura de su estado y el otro que la ganó, uno de la Escuela Libre de Derecho y otro de la Universidad Panamericana, uno con maestría en Harvard y otro en el ITESM, uno casado el otro viudo y vuelto a casar.

“Siempre fue un alumno empeñoso y decidido, nunca brillante en lo académico”, me decía de Peña Nieto uno profesor suyo hace meses. ¿Cómo es quien ahora vive en Los Pinos y gobierna el país? ¿Cómo será su gestión Presidencial?

Por su origen y principios me atrevo a decir que vienen seis años de intento de figura presidencial fuerte, de equipo fuerte y acciones decididas.

Tendremos en el Poder a un hombre disciplinado y pragmático sobre el que predominará la ética de los resultados sobre la ética de los principios. 

Si con la llegada del PAN al gobierno hace 12 años se dio una especie de reparto del poder, con la llegada de EPN se deberá dar, por su estilo de escuela y principios, una reconquista del poder mismo. Lo que no sabemos es si esto será o no posible. 

Lo que sí es seguro es que tiene ahora Peña Nieto un bono de confianza del pueblo mexicano, un cheque en blanco por los próximos meses que lo hacen estar en una especie de luna de miel, pero que si para mediados del año próximo los mexicanos no empezamos a percibir que hay menos violencia, que hay menos muertos, que hay menos asaltos o que su dinero rinde un poco más, se le terminará la confianza.

Me ha gustado de él en estos días su sobriedad y discreción, prácticamente no lo hemos visto y eso es bueno. La presencia mediática –por más carismático que se sea- desgasta y cansa.

Disciplina señor presidente, el pueblo de México le desea el mejor de los sexenios y espera de usted la sabiduría necesaria para tomar la decisión adecuada en el momento adecuado, quizá si recuerda usted sus años mozos en que la paz del mármol y la piedra calaba su interior, pueda encontrar la gracia de llevar a cabo un buen gobierno que reconcilie a México y lo haga crecer.

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