Abascal a cuatro años de su muerte

José Carlos María Abascal Carranza nació en el Distrito Federal el 14 de junio de 1949, hijo de Salvador Abascal Infante, fundador y dirigente de la Unión Nacional Sinarquista; en 1973  se graduó de la Escuela Libre de Derecho. Inició su vida profesional como mensajero en Afianzadora Insurgentes y tras más de 30 años de servicio se jubiló como CEO y director general. 

Pablo Mier y Terán Pablo Mier y Terán Publicado el
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José Carlos María Abascal Carranza nació en el Distrito Federal el 14 de junio de 1949, hijo de Salvador Abascal Infante, fundador y dirigente de la Unión Nacional Sinarquista; en 1973  se graduó de la Escuela Libre de Derecho. Inició su vida profesional como mensajero en Afianzadora Insurgentes y tras más de 30 años de servicio se jubiló como CEO y director general. 

Fue presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana, de la Fundación para el Desarrollo Sostenible en México (FUNDES), del Consejo de Administración de Proliber y vicepresidente del Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana (Imdosoc). En el 2000 se unió al gabinete del presidente Fox como secretario del Trabajo, y en 2005 fue nombrado secretario de Gobernación en sustitución del polémico Santiago Creel.  

Hoy, cuando un sector amplio de políticos se ha ganado a pulso la reputación que tienen, la figura de Abascal merece un momento de reflexión, no para entronizarlo, sino para presentar a la sociedad civil y a  los nuevos servidores públicos, los nuevos Videgarays y Chongs, un mexicano de  carne y hueso, que en los hechos procuró ser coherente y honesto, un político que supo dialogar y entenderse con todos.  

La voz autorizada de Televisa, que está en su mejor momento,  así se expresó a su muerte: “La muerte de Carlos María Abascal termina con la vida del más congruente pensador de la derecha en el tránsito del siglo, quien, como dijo, jamás tuvo un proyecto de poder, sino de servicio”

“Lo conocí en 2001 -escribió después de su muerte Ricardo Monreal-  él era secretario del Trabajo de Vicente Fox, yo, gobernador de Zacatecas. En calidad de tales sostuvimos varios encuentros. Siempre atento, diligente y conciliador. El funcionario que alguna vez fue considerado el representante de la “extrema derecha” en el gobierno foxista, en realidad tuvo una muy buena mano izquierda. Nos recibía en la puerta de su despacho y al final de la audiencia solía acompañarnos hasta el estacionamiento. En una ocasión le dije –y solo en clima de confianza se habla así- no te molestes, secretario, ya conozco la salida, y no creas que voy a regresarme”.

Es posible compaginar poder y  servicio,  autoridad y diálogo… quizá este aniversario es buen momento para invitar a todos nuestros políticos a reflexionar que hemos sido dotados de dos orejas y una boca, al menos para escuchar el doble de lo que hablamos.

“El verdadero diálogo social”, decía Carlos Abascal,  “requiere mucha más generosidad, respeto, tolerancia de los interlocutores, pluralidad, legítima representatividad, voluntad real de llegar a acuerdos”.

Cuando hay un proyecto personal por encima del proyecto de nación, cuando intereses sectarios son capaces de bloquear avances o frenar el progreso, cuando en la práctica lo más importante no es la gente y su bienestar, la  seguridad de las mayorías, el resultado se llama el México de hoy.

 Los tres verbos indispensables en el ejercicio del poder, decía Abascal, son: Saber, estudiar, tener conocimiento de causa de lo que estás haciendo. Amar, nadie busca el bien de otro si no lo ama. Servir, el poder que se nos ha dado es para servir a los demás en la construcción de su bien. 

Para quienes desean ejercer el poder político y salir con las manos limpias recomiendo echar un vistazo a la vida de quien apenas hace cuatro años estaba  acá abajo, se llama Carlos Abascal.

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